La privacidad a lo largo de la historia (II)

Estamos llegando al fin de una civilización, sin tiempo para reflexionar, en la que se ha impuesto una especie de impudor que nos ha llegado a convencer de que la privacidad no existe.
José Saramago.

Hola a todos. Tras revisar en la anterior entrada como ha cambiado el concepto de privacidad a lo largo de la historia, llegamos a nuestros tiempos, donde la existencia de un mundo “virtual” está cambiando a marchas forzadas las reglas del juego.

Tras una larga evolución, a principios de siglo XXI en los países desarrollados disponemos de libertad religiosa, protección legal, instalaciones sanitarias, etc. que nos garantizan el nivel de intimidad que deseemos… y la mayor parte de la gente decide esconder su intimidad del vecino (del cual normalmente hoy día ni sabemos el nombre), pero prescindir de la misma en Internet.

Cartel: Gran hermano te vigila
Gran hermano te vigila...
Imagen de Amazon.
Me dirán ustedes que total, si la CIA espía a quien le da gana, tampoco tiene sentido tomarse muchas molestias al respecto. Bien, la cuestión es que hoy las fuerzas de seguridad de los estados tienen la capacidad de violar las comunicaciones de cualquier ciudadano… pero es que la han tenido siempre, de una u otra forma. Y personalmente, aunque me ofenda que “los hombres de Obama” puedan fisgar en mi correo poco puedo hacer si no es como parte de la opinión pública; pero realmente me revienta todavía más que ciertos datos puedan estar al alcance de cualquiera (empresa o particular).

Un síntoma curioso sobre la privacidad en nuestros días es el hecho de que una panda de impresentables, participando voluntariamente en un programa de televisión “inspirado” en cierta novela de Orwell, renuncie totalmente a su intimidad, lo que posiblemente esté haciendo que el susodicho se revuelva en su tumba. La existencia de revistas de cotilleos (que no mencionaré), que alcanzan un nivel de chabacanería y mal gusto rayano en lo enfermizo, deberían servirnos como advertencia sobre el escaso valor que otorgamos a la intimidad hoy día.

Ya hablamos en el blog sobre la identidad digital, y la importancia de cuidarla. Pues parte de esa identidad, y puede que la parte más crítica, es la privacidad. ¿Creen que exagero? Pues creo que no, ya que la campaña de derecho al olvido en Internet cada vez tiene más adeptos, y no sólo entre particulares, sino también entre localidades.

Partamos del hecho de que legalmente ni siquiera somos dueños totalmente de algunas de nuestras posesiones: las leyes de copyright que aplican sobre nuestros ordenadores, teléfonos, etc. hace que ni siquiera sea legal manipularlos en la forma que se desee. Vale, me estoy yendo a un caso un poco geek, pero tengan en cuenta que ya hay programas que permiten deducir datos sobre nosotros en base a los “Me gusta” de Facebook.

Y es que nos estamos dejando arrastrar a una trampa peligrosa: pagamos el acceso a ciertas utilidades y servicios “gratis” con nuestros datos personales; y, lógicamente, las empresas dedicadas a la publicidad se pirran por conocer nuestro perfil de consumidor. En este artículo pueden ver un análisis detallado sobre estos temas.

Bien, y ahora que hemos tomado conciencia del problema, ¿qué hacemos? ¿Nos damos de baja en todo y nos vamos a vivir en plan eremita? Como tampoco es eso, les adjunto aquí 10 consejos para mantener la privacidad en Internet: 
  1. Buscar datos sobre nosotros mismos, y ver que aparece. Todo aquello que no nos guste que aparezca, debemos intentar eliminarlo de algún modo.
  2. Cambiar la privacidad en las redes sociales: sólo aquellas personas en las que confiamos deberían poder ver ciertos datos. Y mucho ojo a las fotos y etiquetados.
  3. Tener mucho cuidado al usar nuestro nombre real; toda opinión controvertida se quedará ahí teóricamente para siempre.
  4.  Tener mucho cuidado con datos sensibles: como correo, teléfono, dirección, etc. Además de evitar hacerlos públicos en ciertas redes, no sobra evitar darlos en ciertas tiendas online si podemos.
  5. Ojo a las redes wifi abiertas: además de proteger con contraseña la nuestra propia, tengamos en cuenta que si nosotros podemos conectarnos a una red pública, cualquiera puede hacerlo, y tal vez no tenga las mejores intenciones.
  6. Examinar las características de la página en la que se introducen los datos: por ejemplo, cualquier dato bancario debe manipularse bajo conexión segura (https); mucho cuidado con las alertas que llegan al correo (spam y phising).
  7. Usar distintos correos electrónicos: en función de la actividad realizada en Internet, el disponer de distintas cuentas nos puede ser muy útil. Por ejemplo, usar una para darse de alta en servicios, otra para contacto con amigos y conocidos, otra para uso laboral, etc. En caso de que una llegase a verse comprometida, el resto no se vería afectado. Incluso usar distintas fotografías en las distintas redes puede ser útil.
  8. Cerrar todas las sesiones a las que se acceda: no basta cerrar el navegador sin más; si uno utiliza ordenadores a los que tiene acceso más gente, esto es crítico. Eliminar historial, cookies, etc. no sobra nunca.
  9.  Usar herramientas de protección adecuadas: contraseñas robustas (y doble verificación, incluso), navegar en modo https y/o privado cuando lo consideremos oportuno, tener actualizados antivirus y cortafuegos, etc. En ciertos casos, no sobrará cifrar el ordenador. Usar un proxy o enmascarador de IP, y plugins antirrastreo nos puede evitar problemas también.
  10. Usar el sentido común: al final, es la mejor herramienta. Si deseamos proteger nuestra intimidad e identidad en las redes, lo mejor es pararse un momento a pensar antes de hacer algo de lo que no estamos totalmente seguros.
Privacidad vs Seguridad: desmontando la primera con la excusa de la segunda
Privacidad vs. Seguridad. Imagen de Clay Bennett
Y, para terminar de complicar el escenario, en las democracias occidentales comienza a abrirse el debate entre privacidad y seguridad en las redes. A fin de combatir el terrorismo (o con esa excusa, al menos), la intromisión de los gobiernos en nuestras comunicaciones es una realidad palpable… pero es que encima parece que, como con el “acta patriótica”, que a mucha gente le parece bien. Y es que si el siglo XX fue el de la lucha entre la libertad y la igualdad (impuesta), el XXI parece plantearse como el de la lucha entre libertad y seguridad. Pero esto pertenece a un debate algo diferente.

Espero que la charla de hoy les haya resultado útil, y que procedan a darle un par de collejas al típico amigo etiquetador de Facebook. La concienciación de todos es el primer paso para evitar que esto se nos llegue a escapar de las manos.

Un saludo, y cuídense.

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