Los orígenes de la misoginia occidental a través de los mitos de Eva y Pandora.
Ayer día 25 de noviembre se conmemoraba el Día Internacional para la Erradicación de la Violencia contra la Mujer. Desde Licencia Histórica queremos aportar nuestro granito de arena en la lucha contra esta lacra social y, por ello, para la entrada de hoy hemos decidido sacar a la luz un antiguo trabajo de Historia de Género que preparamos durante la licenciatura.
Michelangelo Buonarrotti, Adán y Eva (Capilla Sixtina) |
Tanto el mito hebreo de Eva narrado en el Génesis como el mito griego de Pandora alumbrado por Hesíodo intentan revelar la verdadera "naturaleza" de la mujer y explicar el por qué de su creación. Es significativo que ambos escritos sean casi "contemporáneos", pudiendo fecharse los relatos del Antiguo Testamento en torno al 900 a.C. y Los Trabajos y los Días alrededor de una o dos centurias después. Del mismo modo, ambos conforman la percepción de la mujer "atractiva, irresistible y de carácter mágico-demoníaco" que acabó nutriendo nuestra tradición literaria occidental, especialmente con su estrecha confluencia en la Edad Media.
El origen de Eva se remonta en primer término a la tradición oral de las culturas del Próximo Oriente. En la leyenda del paraíso sumerio la serpiente es emblema de la antigua diosa madre, y el árbol o planta sagrada, epifanía de la misma y símbolo de fertilidad. Es curioso cómo la versión hebrea de Adán y Eva trastoca las circunstancias y los roles, pues es esta diosa-árbol-serpiente la que, furibunda, recrimina a su consorte haberse comido la planta sacra del mágico jardín. La "Primera Mujer" pasa así de diosa principal a simple mortal, nacida a partir de una costilla del hombre. [1]
Si seguimos avanzando a través de la cultura mesopotámica, vemos en la Epopeya de Gilgamesh (2100-1800 a.C.) cómo ya más claramente aparece una iconografía que relaciona la maldad con la mujer, y ésta a su vez con el polémico reptil. En este relato heroico se nos cuenta que una prostituta del templo fue enviada a Enkidu para apartarle con sus artes sexuales del entorno natural en que vivía. Muerto dicho héroe, su afectado amigo Gilgamesh partió en busca del secreto de la inmortalidad, oculto en una planta que acabó en poder de una serpiente. De ambas historias se desprende un concepto muy importante para entender posteriormente el mito del Génesis: la mujer comparte el papel seductor con la serpiente. Este animal, símbolo del conocimiento, se sirve así de Eva como portavoz para persuadir a Adán y propiciar su Caída. [2]
Shamhat y Enkidu (The Tree of Life) |
Aunque no hay evidencias de que hebreos y griegos compartieran una tradición oral común sobre la creación humana, es probable que desde Babilonia y Egipto hubieran llegado algunas de las historias que hablaban de la creación de hombres de barro por dioses alfareros. Y es que los griegos también atribuyeron a la mujer la causa de todos los males que dominaban la existencia humana.
Por otro lado, las poesías de Hesíodo (Teogonía y Los Trabajos y los Días) son las únicas fuentes griegas existentes que abordan el tema de la creación de la mujer. Significativamente, ambas son escritas en el transcurso del mito al logos, es decir, en el periodo de crisis griego referente a la comprensión de los valores que fundamentaban la cultura y sociedad mismas (el mundo de las tradiciones y el mundo histórico). Autores como Beltrán Almería van más allá y sitúan estas obras concretamente en el seno del conflicto entre la vieja cultura agraria (tribal-patriarcal) y una nueva e incipiente cultura mercantilista [3]. Hesíodo, como Homero (y como Platón pasados unos siglos) rescatan en ese cambio el patrimonio de los valores heredados de la etapa anterior, y entre ellos figura la afianzación del papel de la mujer en un revitalizado sistema patriarcal. Los primeros relatos del Antiguo Testamento también comienzan a ponerse por escrito en parecidas circunstancias: alrededor del siglo X a.C. el pueblo judío ya está asentado en la región de Canaán y abandona paulatinamente la vida nómada y pastoril abriéndose al comercio marítimo del Mediterráneo.
Por otro lado, las poesías de Hesíodo (Teogonía y Los Trabajos y los Días) son las únicas fuentes griegas existentes que abordan el tema de la creación de la mujer. Significativamente, ambas son escritas en el transcurso del mito al logos, es decir, en el periodo de crisis griego referente a la comprensión de los valores que fundamentaban la cultura y sociedad mismas (el mundo de las tradiciones y el mundo histórico). Autores como Beltrán Almería van más allá y sitúan estas obras concretamente en el seno del conflicto entre la vieja cultura agraria (tribal-patriarcal) y una nueva e incipiente cultura mercantilista [3]. Hesíodo, como Homero (y como Platón pasados unos siglos) rescatan en ese cambio el patrimonio de los valores heredados de la etapa anterior, y entre ellos figura la afianzación del papel de la mujer en un revitalizado sistema patriarcal. Los primeros relatos del Antiguo Testamento también comienzan a ponerse por escrito en parecidas circunstancias: alrededor del siglo X a.C. el pueblo judío ya está asentado en la región de Canaán y abandona paulatinamente la vida nómada y pastoril abriéndose al comercio marítimo del Mediterráneo.
J.W. Waterhouse, Pandora (1896) |
Así pues, ¿cuál es el resultado común de las acciones tanto de Eva como de Pandora? ¿Qué las mueve a ellas? El paralelismo entre los dos mitos es obvio: ambas traen al mundo la generación y la inevitable muerte por medio de la tentación, la relación sexual, el matrimonio y la reproducción. Las dos son creadas de forma artificial y posteriormente al varón. Lo que empuja a Pandora a abrir la vasija y a Eva a morder el fruto prohibido es nada menos que la curiosidad, pues ambas se ven inevitablemente atraídas por el conocimiento divino (el Árbol de la Vida, la vasija de los dioses). En adelante, la debilidad y credulidad "femeninas" serán relacionadas consustancialmente con su condición.
Se da en ellas, entonces, una inevitable dualidad: la seducción que arrastra al mal, y la curiosidad e intuición; cualidades ambas imprescindibles para alcanzar el propio conocimiento. Esta analogía aparece en otras historias mitológicas griegas volviendo de nuevo a la presencia de la serpiente, como la de Apolo y la Pitón de Delfos. La mujer es vista así como un ser "híbrido" (o como diría Aristóteles, incompleto e inferior) cuya naturaleza posee una especial inclinación a la magia y a lo esotérico.
En cualquier caso, sea la griega o la hebraica, lo difícil para una cultura patriarcal es aceptar que la mujer sea el canal a través del cual se transmita o se filtre el conocimiento divino. Por tanto, a continuación entra sin duda la idea de lo femenino como receptáculo: la procreación como única razón aceptable de su existencia. Tanto Pandora como Eva deben pagar por sus acciones: se las obliga a redimirse a través del matrimonio y la sumisión al hombre, y a expiar sus faltas por medio de la maternidad, entendida como castigo divino y a la vez como él único medio para salvar su alma.
En cualquier caso, sea la griega o la hebraica, lo difícil para una cultura patriarcal es aceptar que la mujer sea el canal a través del cual se transmita o se filtre el conocimiento divino. Por tanto, a continuación entra sin duda la idea de lo femenino como receptáculo: la procreación como única razón aceptable de su existencia. Tanto Pandora como Eva deben pagar por sus acciones: se las obliga a redimirse a través del matrimonio y la sumisión al hombre, y a expiar sus faltas por medio de la maternidad, entendida como castigo divino y a la vez como él único medio para salvar su alma.
Carlo da Camerino (ca. 1400) |
A pesar de todo, Eva y Pandora nunca dejan de ser una especie de "madres malditas" de las que nace todo lo peor. Por ello, en plena Edad Media se erige solemnemente sobre ambas la figura de la Virgen María: madre también, pero bendita por serlo del Salvador y de la propia Iglesia. A partir de los siglos XII y XIII, por tanto, María se representa no sólo como modelo de conducta cristiana, sino también del orden social previsto para las mujeres, en su actitud obediente, humilde, resignada y casta [6].
Y es que cuando el canon cristiano fue establecido por los Padres de la Iglesia, la Biblia hebrea se incluyó en la revelación divina y el Génesis se convirtió en la historia de la Creación para la cultura occidental. Esto no varió significativamente con la aparición del movimiento de la Reforma en el siglo XVI: Lutero, Calvino y otros reformadores triunfantes continuaron considerando, a grandes rasgos, que: "las mujeres aún son como Eva, ellas aún sostienen la manzana en sus manos." [7]
Y es que cuando el canon cristiano fue establecido por los Padres de la Iglesia, la Biblia hebrea se incluyó en la revelación divina y el Génesis se convirtió en la historia de la Creación para la cultura occidental. Esto no varió significativamente con la aparición del movimiento de la Reforma en el siglo XVI: Lutero, Calvino y otros reformadores triunfantes continuaron considerando, a grandes rasgos, que: "las mujeres aún son como Eva, ellas aún sostienen la manzana en sus manos." [7]
Todavía en los albores del siglo XX se siguió viendo la maldad encarnada en mujeres de la Antigüedad como Lilith, Salomé o Helena de Troya. Otras, como la diosa Isis, no dudaron en entregar su cuerpo a cambio del conocimiento, mito egipcio muy negativamente valorado por la tradición cristiana occidental.
Y es que ni a Eva ni a Pandora se les perdonó nunca ser el origen de todo mal, culpables de perder a la Humanidad por su curiosidad y afán de saber [8].
Y es que ni a Eva ni a Pandora se les perdonó nunca ser el origen de todo mal, culpables de perder a la Humanidad por su curiosidad y afán de saber [8].
BIBLIOGRAFÍA:
[1] M. ROBBINS, Whence The Goddnesses. NY: Pergamon Press, 1990, p. 48.
[2] E. FRENZEL, Diccionario de motivos de la literatura universal. Madrid: Gredos, 1980, p. 337.
[3] L. BELTRÁN
ALMERÍA, “Pandora en la encrucijada de los tiempos,” Culturas Populares.
Revista Electrónica 2 (mayo-agosto 2006): p. 6.
[4] J. P. VERNANT, Mito y pensamiento en la
Grecia antigua. Barcelona: Ariel, 1983, p. 61.
[5] J. P. VERNANT, L’univers,
els déus, els homes. Barcelona: Empúries, 2000, p. 71.
[6] M. ESCARTÍN
GUAL, “Pandora y Eva: la misoginia judeo-cristiana y griega en la
literatura medieval catalana y española,” Revista de Lenguas y Literaturas catalana,
gallega y vasca. UNED, Vol. XIII (2007): p. 59.
[7] Ibídem, p. 67.
[8] Ibíd., p. 68. La filóloga Escartín Gual señala que tanto la
literatura culta como el folklore recogieron el tema de la curiosidad femenina
de forma negativa: algunas historias de las Mil y Una Noches, las esposas de
Barba Azul, Blancanieves y la manzana, la Bella Durmiente al pincharse con el
huso, etc.
Interesantísimo artículo. Las raíces del patriarcado son muy hondas y poderosas. Cambiar una herencia de este calibre nos puede llevar milenios si nos ponemos a la tarea. Conque cabe imaginar que, si la sociedad en su conjunto no es muy activa en combatir estos prejuicios, las mujeres seguiremos teniéndolo fatal por los siglos de los siglos.
ResponderEliminarGracias por el comentario.
EliminarMuchas gracias Isabel, espero que te haya resultado interesante. Un fuerte abrazo y a seguir en la lucha. :)
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