Isaac Newton y la piedra filosofal
La
unidad es la variedad, y la variedad en la unidad es la ley suprema del
universo.
Isaac
Newton
Retrato de Newton, por Godfrey Kneller. Imagen libre de Wikimedia. |
Hola a todos. Hacemos en esta ocasión una pausa en la serie sobre tecnología militar. Tal vez
les extrañe el título de esta entrada, reminiscencia de cierta serie literaria
con un niño mago como protagonista, ya que Sir Isaac Newton, probablemente el
ser humano más inteligente de la historia, es merecidamente célebre por sus
contribuciones a las leyes de la física y las matemáticas. Pero además de esta
faceta, que le ha merecido un puesto de honor en el Olimpo de la ciencia, sir
Isaac usó sus enormes capacidades intelectuales en otras especialidades ajenas
a lo que hoy día denominamos ciencia; en todo caso, no olvidemos que esta
división es tan reciente como falsaria. Repasaremos hoy la biografía de Newton,
intentando demostrar que a él mismo le hubiera costado separar sus estudios en
“ciencias” y “letras”.
Isaac Newton nació prematuramente
el 25 de Diciembre de 1642 en Woolsthorpe, Lincolnshire, Inglaterra (4 de Enero según el calendario juliano en uso en la
protestante Gran Bretaña de aquellos años). Tuvo una infancia complicada, y a
los 12 años ingresó en el The
King's School en Grantham, donde, según el programa educativo de
entonces, estudió latín, algo de griego y lo básico de geometría y aritmética;
estos conocimientos fueron la base que le permitió mantenerse en contacto con
los científicos continentales, especialmente el latín, lingua franca de la ciencia en la época. En aquellos
tiempos era básico también el estudio de la Biblia, leída en lenguas clásicas y
ampliando el anglicanismo; estos estudios, combinados con la biblioteca que le
dejó su padrastro, influyó sin duda en el interés de Newton por la teología
Muy pronto la genialidad de Isaac comenzó a dar sus frutos; de joven
aprovechó su gran capacidad con las máquinas, lo que le llevó a fabricar
diversas maquetas (como un molino de viento totalmente funcional, reproducción
del de Grantham), un carro de 4 ruedas accionado por manivela, una
linterna de papel usada para llegar al colegio en los días invernales (y
asustar a los vecinos de noche), y diversos relojes de sol. Mucho de los aparatos que fabricó los sacó del libro The Mysteries of Nature and Art de John
Bate. Incluso el propio viento era objeto de su curiosidad:
un día, cuando Newton tenía dieciséis años (concretamente, el día de la muerte
de Cromwell), se alzó una gran tormenta; mientras la gente prudente buscaba refugio
del viento, el joven realizó lo que más tarde recordaría como su primer
experimento científico: primero saltó con el viento, luego contra él.
Comparando las distancias de los dos saltos, fue capaz de estimar la velocidad
del viento.
A los dieciocho años ingresó en la Universidad
de Cambridge para continuar sus estudios, aunque pasó
mucho más tiempo en la biblioteca que en las aulas, leyendo una gran variedad
de temas que iban desde la astrología hasta la
historia; esto hizo que se graduase en el Trinity College como un estudiante mediocre, pese a
haber leído ya casi todos los libros que más tarde sentarían la base de sus
avances. Newton se estaba preparando para empezar el trabajo de posgraduado
cuando su vida dio otro brusco giro, debido a la gran plaga de peste bubónica, que se llevó consigo miles de vidas, sobre todo en
ciudades como Londres y Cambridge. La universidad cerró temporalmente mientras
sus estudiantes huían a regiones rurales menos afectadas, por lo que Newton
regresó a Woolsthorpe, visitando Cambridge de tanto en tanto para usar su
biblioteca.
Paradójicamente, aquellos 1665 y 1666 fueron los llamados anni mirabiles (años maravillosos)
puesto que en ellos sentó las bases de sus grandes descubrimientos, especialmente
las bases del cálculo
infinitesimal, aunque en este caso hay bastante discusión
acerca de si el verdadero padre fue Newton o Leibniz, otro gran genio, debido a la gran reserva y falta de
publicaciones del primero. De 1667 a 1669 emprendió investigaciones sobre
óptica y fue elegido fellow del Trinity College. Entre 1670 y 1672 trabajó intensamente en problemas
relacionados con la óptica y la naturaleza de la luz, construyó la primera versión funcional
de un nuevo instrumento astronómico, el telescopio de reflexión, que usaba un
espejo curvo en vez de lentes para enfocar la luz. En 1672 publicó su primer trabajo sobre óptica,
lo que le valió su primer enfrentamiento
con Robert Hooke, que
criticó sus teorías. Ofendido, Newton se encerró en Cambridge, renunciando a publicar
más trabajos suyos para evitar nuevas disputas.
El templo de Salomón, según Newton. Imagen libre de Wikimedia. |
En esos
años de aislamiento (relativo, pues también escribía cartas y realzó algunos
viajes), dirigió sus inquietudes hacia el estudio de las Sagradas Escrituras
(especialmente del Apocalipsis de San Juan), y, de forma mucho más discreta, la
alquimia. Efectuó notables cálculos sobre las medidas del Arca de la Santa Alianza, el templo de Salomón y hasta
dedicó un curioso estudio a la difusión de la plaga de la langosta en relación
con la expansión del Islam. La teología seguía siendo un imperativo intelectual
de la época, y hay algo de irónico en el hecho de que Isaac Newton, todo un
profesor del Trinity College, fuera
secretamente un unitario que defendía el arrianismo y estaba convencido de que la Biblia habían
sido violada para sustentar la doctrina trinitaria; de hecho, sus ideas religiosas impidieron que pudiera ser
director del College. En todo caso,
la preocupación por la religión es obvia, buscando como objetivo último el código
secreto de la Biblia; un análisis de todo lo que escribió Newton
revela que de unas 3.600.000 palabras que dejó escritas, solo 1.000.000 se
dedicaron a las ciencias, mientras que unas 1.400.000 tuvieron que ver con
teología, disciplina que hoy encastraríamos en la rama de humanidades.
Entre sus estudios alquímicos se encontraban temas esotéricos
como la transmutación de los elementos, la piedra filosofal y el elixir de la vida. Escribió más de 1.000.000 de palabras sobre este tema, algo
que tardó en saberse ya que la alquimia era ilegal en aquella época. De hecho parte
de los escritos no se han descubierto hasta hace muy pocos años.
Como alquimista, Newton firmó sus trabajos como Jeova Sanctus Unus, que se interpreta como un lema anti-trinitario:
Jehová único santo, siendo además un anagrama del nombre latinizado de Isaac
Newton, Isaacus Neuutonus. Si bien la alquimia se puede considerar, honradamente, la precursora
de la química, es innegable que en la actualidad no sabemos en qué rama del
conocimiento ubicarla al hablar del pasado. En todo caso, para sir Isaac y sus
contemporáneos todas estas facetas del conocimiento constituían un todo, las
ciencias naturales.
Portada de los Principia. Imagen libre de Wikimedia. |
Como hemos mencionado, Newton tuvo
diversas disputas intelectuales, y era considerado un auténtico dictador en su
labor de presidente de la Royal Society (cargo al que accedió en 1703, tras la
muerte de Hooke); sin embargo, fue una carta de Hooke, en la que éste comentaba
sus ideas intuitivas acerca de la gravedad, la que hizo que iniciara de lleno
sus estudios sobre la mecánica (posteriormente llamada clásica) y la gravedad; esto le llevó a publicar
en 1687 el más importante libro en la historia de la ciencia: el Philosophiae naturalis principia mathematica. En él está explicada la máquina del universo en
un preciso lenguaje matemático: una auténtica revolución intelectual. El éxito
del libro fue considerable, y no sólo en el ámbito de la comunidad científica,
sino también entre los grandes intelectuales de la época que, como Locke o Voltaire, nada sabían
de matemáticas. Curiosamente, la obra no se libró de lo que les sucedería más
tarde a otras comparables en su densidad: la gente la adquiría pero no la
entendía.
Por cierto, que cabe
destacar que el relato popular del origen de esa teoría, según la cual la idea
se le ocurriría tras ver caer una manzana de un árbol, es imposible de
confirmar, ya que Newton jamás la mencionó: lo
hizo su sobrino político, John Conduitt, en
unas notas escritas en 1727. En todo caso, la tradición ha señalado un árbol de la
granja familiar como aquel del que cayó la manzana; existe, por otra parte,
polémica acerca de si el manzano actual es aquel mismo que dio origen a la
leyenda, o éste murió a principios del XIX alcanzado por un rayo.
Tras la publicación de su magnum opus recibió un merecido
reconocimiento (del cual deberían aprender mucho nuestros responsables en I+D),
quien, por otra parte, no se preocupaba por nada que no fuera su ciencia: no se
le conocían diversiones comunes, era sordo para la música y la poesía le
parecía un "disparate ingenioso". Por otra parte, aquellos eran
tiempos convulsos en Inglaterra, ya que en 1688 se produjo la Revolución Gloriosa que destronó a los
Estuardo y reforzó el poder del orangista Guillermo III. Cambridge sintió
los nuevos aires, que Newton aprovechó para iniciar su carrera política,
llegando a parlamentario, Preboste del Rey y director de la Casa de la Moneda. En
1703 fue elegido presidente de la Royal Society, y algo más tarde se le ordenaba Sir. Publicó Opticks en 1704, un volumen en el que resumía sus ideas
sobre óptica y al que añadió un notable apéndice sobre cálculo, De Quadratura Curvarum.
Sin embargo, los últimos años de su vida se vieron ensombrecidos por la
desgraciada controversia, de envergadura internacional, con Leibniz: acusaciones mutuas de plagio, secretos disimulados en criptogramas, cartas anónimas,
tratados inéditos, afirmaciones a menudo subjetivas de amigos y partidarios de
los dos gigantes enfrentados, celos manifiestos y esfuerzos desplegados por los
conciliadores para aproximar a los clanes adversos que sólo terminaron con la
muerte de Leibniz en 1716. Por
otra parte, se vio aquejado de crisis psicológicas, con épocas de depresión y arranques de paranoia. Cabe mencionar que desde joven Newton desconfiaba de la medicina oficial y usaba sus conocimientos para automedicarse.
Muchos historiadores consideran su uso de remedios alquímicos como la fuente de
numerosos envenenamientos que le produjeron crisis nerviosas durante gran parte
de su vida; en 1979 se publicó un estudio que demostró que en su cabello había
una concentración de mercurio 15 veces superior a la normal. Vivió, sin embargo, 84 años;
falleció de un cólico nefrítico en Cambridge el 20 de Marzo de 1727, tras
muchas horas de delirio; se dice que en su lecho de muerte afirmó que el mayor
logro de su vida era morir virgen.
Sus restos descansan en la abadía de Westminster, junto a otros grandes
hombres de Inglaterra. Hasta principios del siglo XX, es decir, 200 años más
tarde, la visión del universo propuesta por Newton no fue superada con la
llegada de la teoría de la relatividad de Albert Einstein, que tuvo que sufrir una
revisión para incluir adecuadamente a la gravedad. En la actualidad, la teoría de supercuerdas pretende conciliar,
nuevamente, la mecánica cuántica con la gravedad, en busca de la TOE (Theory Of Everything);
el primer ladrillo en la gran unificación de fuerzas que podría
explicar el conjunto del universo lo puso Newton con sus Principia.
Seguramente, aquel gigante
en la historia del conocimiento humano, nos miraría extrañado si le
preguntásemos si era “de ciencias o de letras”… tan extrañado como le miró a él
todo el parlamento británico cuando, en su primera y única intervención en
1689, mientras todos esperaban expectantes las palabras del más grande intelecto
de su época, éste se limitó a pedir que cerrasen una ventana porque se le podía
volar la peluca.
PD: les
dejamos aquí los enlaces gratuitos a algunas de las obras citadas; lógicamente,
nos limitamos a los libros cuyos derechos de autor han cesado al haber
transcurrido al menos 70 años tras la muerte del autor.
· Observaciones sobre las profecías de Daniel y el Apocalipsis de San Juan, de Newton: descargar gratis en PDF.
Las principales fuentes de información para esta entrada han sido Wikipedia (también en inglés), el Museo Virtual de la Ciencia, Profesor en Línea y Xatakaciencia.
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