El Drácula islandés

Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae.
Drácula (Bram Stoker)


Bien saben los habituales de este blog que hablamos asiduamente de temas como brujas o vampiros; llegado el caso, podemos hablar también de cosas más reales como el lobo, una araña o una buena víbora, pero en general somos más proclives a dejarnos seducir por los seres sobrenaturales, siempre desde la perspectiva histórica, que por la historia de los animales.


Buena prueba de que, por más que uno lea sobre un tema, siempre falta algo que agregar, es el libro del que hablamos hoy: Los poderes de la oscuridad. Llegó a nuestro consejo de redacción como regalo, y ya la portada resulta llamativa, pues la autoría aparece como de Bram Stoker, el creador de Drácula, el vampiro por antonomasia, y un tal Valdimar Asmundsson. Como subtítulo, aparece "La versión perdida de Drácula".

¿Acaso el irlandés había hecho una especie de continuación coescrita con un autor de Islandia? ¿Tal vez una precuela? La realidad, como casi siempre, supera a la ficción. No, no es que nos encontremos una adaptación del clásico del tipo Orgullo, prejuicio y zombies, más bien nos encontramos con una versión totalmente distinta de la obra, fruto a medias de la casualidad y del enfoque del traductor.

Pongámonos en situación. Bram Stoker publica su magnum opus, Drácula, en 1897, comenzando con una modesta tirada de 3.000 ejemplares. El contrato firmado con Archibald Constable, el editor, implica que los derechos de publicación excluyen los territorios ajenos al Reino Unido y sus posesiones, y no se mencionan las posibles traducciones.  De hecho, la traducción al islandés, de 1901, se consideró durante mucho tiempo la primera realizada, si bien recientemente se ha descubierto, por parte de la bibliófila Simone Berni, que fue la edición húngara en 1898. Posteriormente se tradujo al ruso (1902), alemán (1908), checo (1919), francés (1920) y eslovaco (1922). Al gaélico se tradujo en 1933 (paradójico para un autor irlandés) y al castellano en 1935. Actualmente, como es lógico, existen versiones en la gran mayoría de idiomas relevantes.

El islandés Valdimar Ásmundsson, auténtico políglota, era el director del periódico Fjallkonan (traducido, La dama de las montañas, figura mítica considerada encarnación de la nación islandesa), que tenía una fuerte orientación cultural y literaria, y publicaba, traducidas y por entregas, obras de lengua inglesa. Se ignora como llegaron a entrar en contacto Stoker y Ásmundsson, ni el alcance del acuerdo al que llegaron, pero se hizo cargo de publicar Makt Myrkranna (Los poderes de la oscuridad) en su periódico, y en formato libro seis meses más tarde, en 1901. En todo momento, la obra aparece con la autoría de Stoker; solo posteriormente aparece citado Ásmundsson como traductor.

¿Una velada alusión 
al libro que nos ocupa?
 as.com 

Y aquí llega el misterio: las diferencias con la versión original de Stoker. Estas comienzan con el prefacio (durante mucho tiempo se pensó que era la única diferencia); en la versión islandesa se llega a mencionar a Jack el Destripador, insinuando que aparece en las páginas de la novela. Pero más allá de ello, hay muchas diferencias significativas. Algunas de ellas, o al menos las más llamativas, son la aparición de nuevos personajes y el cambio de nombre de otros (Jonathan Harker pasa a llamarse Thomas, por ejemplo), la alteración de muchos eventos y algunas ubicaciones, y el abandono del referencial formato epistolar en la segunda mitad de la obra. 

Además, se modifica bastante el estilo, más directo en muchos casos, así como el enfoque general y el simbolismo de algunos aspectos, en muchos casos con un trasfondo mucho más sexualizado; esto puede ser debido a que la moral islandesa estaba mucho menos encorsetada en estos aspectos que la británica, de raíces victorianas. Y finalmente, debido posiblemente a la aparición por entregas, la versión islandesa tiene un final mucho más apresurado.

¿Y a qué se deben estas diferencias? ¿Errores de traducción, licencias creativas llevadas demasiado lejos, afán literario de Ásmundsson, el aprovechamiento de un vacío legal en los contratos, el deseo de versión alternativa por parte del propio Stoker? Una de las posibles causas raíz apunta a que Ásmundsson pudo haber trabajado con una versión diferente de la obra, a través de un borrador con anotaciones de Stoker, en lugar de con la versión definitiva en inglés. Si a ello sumamos los demás factores,  y sin poder asignar un peso a cada uno , nos encontramos con una obra totalmente distinta de la original.

¿Cómo es posible que estas diferencias hayan estado ocultas a plena vista durante más de un siglo? Las diferencias del prefacio sí eran conocidas por los especialistas, pero la barrera que supone el idioma islandés (bastante complejo y sin apenas hablantes fuera de la isla) parece haber sido definitiva, hasta que el estudioso Hans Corneel de Roos organizó un equipo de trabajo para realizar la traducción inversa al inglés de la obra completa, sacando a la luz que, realmente, se puede considerar una novela totalmente distinta.

Fotograma de Nosferatu (filmaffinity.com)
Fotograma de Nosferatu (filmaffinity.com)

¿Pero, nadie se preocupó del tema, al menos por los derechos de autor? El propio Stoker parecía ser consciente de que la versión editada en Islandia no era idéntica a la inglesa (aunque es difícil que supiera hasta donde); además, el tema de derechos le dio muchos dolores de cabeza desde el principio, especialmente con la edición americana, que no llegó a registrar correctamente. 

Realmente la obra en ningún momento se convirtió en un éxito, y sobrevivía en las librerías, sin llegar nunca a desaparecer ni alcanzar la categoría de superventas. A esto, años más tarde, hubo que sumarle el problema con los derechos que provocó el salto al cine. Florence, la viuda de Bram, fallecido en 1912, tuvo un importante conflicto con Murnau a raíz de la película Nosferatu de 1922. 

Sin embargo, el fallo de Stoker a la hora de registrar la versión americana fue, posiblemente, lo que convirtió a Drácula en lo que es hoy. En 1924, el dramaturgo Hamilton Dean decidió hacer una adaptación teatral que obtuvo un gran éxito en Inglaterra y, posteriormente, en Nueva York. El actor fue el, por aquel entonces desconocido, Béla Lugosi, quién protagonizó también la célebre adaptación cinematográfica en 1931; huelga decir que, desde entonces, su nombre siempre ha estado ligado al del vampiro. La cuestión es que es son estas adaptaciones las que hacen saltar al Olimpo de los elegidos el libro, que a finales de los felices veinte vendía unos 20.000 ejemplares al año.

En fin, una de esas pequeñas grandes historias de la Historia, en este caso, de la literatura. Tal como decía el conde Pátula (una de las demostraciones de que el vampiro se ha convertido en un icono pop): buenas noches a todos... seáis lo que seáis.

Bela Lugosi caracterizado como Drácula: la imagen que fundó el mito del vampiro en la cultura popular (Den of Geek)


Comentarios

Entradas populares