Robert de Bruce y la Primera Guerra de Independencia de Escocia (1296-1328)

Cuando hablamos de héroes de la historia escocesa, el primer nombre que nos viene a la mente es, siempre, William Wallace. Su importancia en la Primera Guerra de Independencia Escocesa (1296-1328) es fundamental, puesto que personificó la movilización de Escocia contra los invasores, consiguiendo la gran victoria de la Batalla del Puente de Stirling (1297). Sin embargo, el triunfo final contra los ingleses no fue gracias a él, y a menudo suele eclipsar a quien sí consiguió la independencia de Escocia: Robert de Bruce, rey de los escoceses entre 1306 y 1329. 

Entrada al castillo de Edimburgo, con las figuras de Robert de Bruce a la izquierda y William Wallace a la derecha (archivo propio).

La Primera Guerra de Independencia comienza con un conflicto dinástico: la muerte de Alejandro III de Escocia y de su única heredera, Margarita, deja el trono vacante con dos pretendientes: Robert de Bruce y Juan de Balliol. Apoyado en el rey Eduardo I de Inglaterra, Juan consigue hacerse con el trono a costa de estar al servicio de su reino vecino, que vio en esta situación la oportunidad que buscaba para hacerse con el control de Escocia. Sin embargo, controlar el reino no fue suficiente y, tras firmarse un pacto entre Escocia y Francia contra Inglaterra, Eduardo I decide invadir el reino del norte. Tras la derrota escocesa en 1296 en la Batalla de Dunbar, Juan de Balliol es forzado a abdicar. Es en este contexto cuando William Wallace comienza a movilizar Escocia para zafarse del invasor inglés.

Como ya he mencionado, William Wallace obtiene una importante victoria en la Batalla del Puente de Stirling, gracias a la cual sería nombrado «Guardián de Escocia», pero su triunfo duraría poco, ya que, en 1298, sus tropas sufren una gran derrota en la Batalla de Falkirk. Tras esta derrota, Wallace perdería todos sus apoyos hasta que, en 1305, fue traicionado y entregado a las autoridades inglesas, que lo ejecutaron acusado de traición y rebelión, y repartieron sus restos por distintos territorios como advertencia.

Robert de Bruce, quien en su momento juró lealtad a Eduardo I, manteniendo sus derechos dinásticos, tras la Batalla de Falkirk y la derrota de William Wallace, se unió a la rebelión. La abdicación de Juan de Balliol no dejó el camino al trono totalmente despejado para De Bruce, ya que este tenía un sobrino, John Comyn, que representaba una amenaza. En 1306, De Bruce eliminó a su adversario, acto que le causó la excomunión por haberle asesinado en un monasterio, no solo a él, sino a todo su reino. En estas circunstancias, viendo que no contaba ni con el apoyo de la Iglesia, De Bruce decide coronarse Rey de los Escoceses en Scone en 1306

Moneda del reinado de Robert de Bruce. Es interesante mencionar que, durante muchos siglos, los reyes de Escocia no fueron conocidos como tal, sino que ostentaban el título de Rex Scotorum, es decir, Rey de los Escoceses. Fuente: Classical Numismatic Group.

Poco después, y apoyados por los partidarios del difunto John Comyn, los ingleses vencerían a las tropas de Robert de Bruce en la Batalla de Methven. Tras esta tremenda derrota, De Bruce desaparecerá durante un año, durante el cual su mujer y su hija serían hechas prisioneras y varios de sus hermanos serían ejecutados por los ingleses.

Tras la muerte del rey de Inglaterra, y aprovechando la debilidad de su sucesor Eduardo II, las fuerzas escocesas lideradas por su rey irán de victoria en victoria hasta la Batalla de Bannockburn (1314), que garantizó la victoria total de los escoceses sobre Inglaterra. A pesar de que Escocia era, a hechos consumados, independiente tras esta batalla, no fue hasta 1328 cuando se considera que la Guerra de Independencia termina, ya que fue entonces cuando se firma el Tratado de Edimburgo-Northampton, por el cual Inglaterra reconoce a Escocia como reino independiente y a Robert de Bruce como rey de Escocia.

Muchos de los acontecimientos que he mencionado aparecen en la película de Netflix Outlaw King (El Rey Proscrito), en la que se presenta a Robert de Bruce desde antes de su coronación hasta la victoria de Bannockburn. Si bien, como toda ficción, se toma sus licencias, hay un detalle que me gustaría resaltar, especialmente si lo comparamos con Braveheart: no hay kilts. Braveheart nos presenta a un William Wallace que viste constantemente el kilt, prenda que aún no se había inventado en aquella época (además, con la cara pintada como hacían los pictos durante la época del Imperio romano, no durante la Edad Media, pero esa es otra historia). El hecho de que El Rey Proscrito haya tenido más cuidado en algo tan visible como es la vestimenta dice mucho sobre la película. Esta, además, contó con el asesoramiento de dos historiadores de la Universidad de Glasgow (ejem), Tony Pollard y Euan Loarridge, donde algunas de sus escenas fueron grabadas. 

El último detalle que me gustaría destacar de esta película es la «presencia ausente» de William Wallace. El Rey Proscrito quiere demostrarnos cómo fue Robert de Bruce, quien hizo posible la independencia de Escocia, pero ignorar la figura de William Wallace sería un error garrafal, porque al fin y al cabo fue él quien levantó a los escoceses en un principio. Su presencia, sin embargo, hubiera eclipsado a De Bruce, por lo que, a pesar de que se le menciona en numerosas ocasiones, no aparece en pantalla ni una sola vez

Imagen de la película Outlaw King (El Rey Proscrito). Fuente: Netflix.

La figura de William Wallace, aunque no debe olvidarse, no fue la más definitiva en cuanto a la victoria escocesa contra los ingleses en la Primera Guerra de Independencia, ya que su protagonismo no duró más de un año. Fue Robert de Bruce quien pudo zafarse del invasor, tras treinta años de presencia inglesa en Escocia. Robert de Bruce es uno de los reyes más queridos por los escoceses: representa, al fin y al cabo, un personaje que luchó y ganó, contra todo pronóstico, contra el principal enemigo de Escocia: Inglaterra

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