Los límites del Imperio. Una arqueología comparada (Museo Arqueológico Nacional, 21/12/16)

Invitación del MAN.
Tras la estupenda experiencia en Arqueonet, el pasado 21 de diciembre nos dejamos caer de nuevo por el Museo Arqueológico de Madrid, esta vez para asistir a una mesa redonda cuya temática llamó nuestra atención casi al punto: ¡Arqueología comparada en la Edad Moderna! 

Los que nos dedicamos al estudio de esta época somos conscientes de que no todo está en las fuentes escritas y que, aunque nos duela levantar la vista de nuestros queridos «papelajos», a veces es preciso mirar más allá de éstos. Pocas veces, sin embargo, tenemos la ocasión de entrar en contacto con nuestra disciplina «hermana» por antonomasia; no es de extrañar por tanto el lleno incontestable que experimentó la Sala de Conferencias del MAN desde las 18.00 de la tarde. El encuentro se inserta además como parte de un ambicioso ciclo de conferencias La arqueología española en el exterior, fruto de la colaboración del museo con diversas universidades (UAH, URJC y UNED).

Dado que muchos de vosotros nos lo pedisteis por las redes sociales por la imposibilidad de poder asistir, vamos a aprovechar la entrada de hoy para daros a conocer 3 interesantes casos de estudio relativos a la presencia global de la Monarquía Hispana en los siglos XVI y XVII: 

En 1527, 1567 y 1626 se fundan respectivamente los fuertes de Sancti Spiritu (Argentina) y San Juan (EEUU) y la colonia de San Salvador de Quelang (Taiwan). Estos tres acontecimientos y sus rápidos y en ocasiones dramáticos desenlaces representan hitos en la historia transoceánica de la Corona española entre Carlos I y Felipe IV. 

Tal y como manifestó el moderador Pedro Díaz del Río (CSIC) al comienzo de la sesión, la mesa redonda pretendía reunir a distintos profesionales con formación en diferentes disciplinas (tales como historia, arqueología o antropología) a fin de abordar el reto de construir una auténtica «historia global» en torno a este complejo periodo.

Algunos de los materiales europeos recuperados (Gustavo Frittegotto)
La presentación del primer caso estuvo a cargo de Sergio Escribano Ruiz (Universidad del País Vasco), quien nos expuso los resultados de uno de estos costosos e importantes proyectos de índole internacional: el fuerte de Sancti Spiritu, primer asentamiento europeo estable en la zona de Río de la Plata (actual Argentina), fundado por la expedición de Sebastián Caboto en 1526

Hasta 2006 la historia del fuerte y sus circunstancias bebía únicamente de las fuentes escritas, ya de por sí escuetas y sesgadas a favor de los propios exploradores. Las campañas de 2010 y 2012 proporcionaron, en cambio, una rica secuencia histórica del lugar con testimonios constructivos precoloniales, el descubrimiento material del propio fuerte y la reocupación indígena del lugar tras su violenta destrucción a los pocos años (1529).

Situación del yacimiento en la localidad de Puerto Caboto (Fortalezas.org)
Por todo ello, Sancti Spiritu supone una evidencia material de valor incalculable para el estudio de los tempranos contactos sociales entre los europeos y las poblaciones americanas. Antes de la llegada de Caboto, la zona ya estaba poblada por diversas gentes (timbúes, chanás, guaraníes,...), las cuales con el tiempo se posicionaron tanto a favor como en contra de los recién llegados. La propia expedición estuvo conformada por alrededor de 220 personas, entre las cuales podemos encontrar italianos, franceses o españoles.

Si estáis interesados en consultar el informe completo de la excavación, llevada a cabo de forma conjunta entre Argentina y España, dejamos por aquí el enlace. Por lo demás, destacamos la importante reflexión que dejó Sergio Escribano en torno al valor que debe tener este tipo de intervenciones arqueológicas más allá del mero afán investigador. Paralelamente al trabajo de campo de los arqueólogos, se llevaron a cabo en la localidad pesquera de Puerto Caboto distintas iniciativas enfocadas a la educación y al desarrollo local con el objetivo de involucrar de forma activa a los habitantes en la reconstrucción de su propia historia.

Mapa de Gerónimo Chaves (1584) (Newberry)
Tras Escribano le llegó el turno al antropólogo Robin A. Beck (Universidad de Michigan) quien, tras lanzarse con una simpática presentación en español, dio el resto de su ponencia en inglés sobre el fuerte San Juan de Joara (Carolina del Norte). 

El profesor comenzó aludiendo a la grave amnesia cultural que existe en Estados Unidos sobre su temprano pasado «no inglés», para continuar con un ameno repaso al contexto histórico de la intensas expediciones españolas por al área del río Mississippi durante la segunda mitad del XVI.

La de Joara es, de hecho, una fortificación levantada en 1567 al pie de los montes Apalaches a las órdenes del capitán Juan Pardo, quien había sido enviado por Felipe II para llevar a cabo la colonización de la zona y dar con una ruta segura que la uniese con el norte de México. Se trata del fuerte europeo más antiguo del interior de Estados Unidos, 40 años anterior a la fortificación de Jamestown, el primer asentamiento inglés. 

Pero tal y como ocurr con el caso anterior de Sancti Spiritu, al poco tiempo (18 meses) San Juan también fue destruido por la oposición nativa, dando un frenazo importante a las actividades futuras de la Corona en la zona. Y así quedó olvidado hasta 2013, cuando se da comienzo a las primeras excavaciones del equipo integrado por Beck y los suyos. 

Gancho metálico que sujetaba la vestimenta de los españoles (Materia)
Hasta el momento los investigadores han dado con 4-5 estructuras entre las que se encuentra una torre, una cocina de estilo europeo y parte del foso defensivo del fuerte. Se especula con la existencia de una especie de plaza, y hasta un templo, dentro del área estimada. 

Los materiales y prácticas constructivas utilizados se han revelado de raíz local (poniendo de manifiesto que los trabajadores procedían del poblado indio de Cuenca); sin embargo, las herramientas que utilizaron para tales efectos ya no eran de piedra, sino metal. Entre los utensilios europeos hallados entre los restos del derrumbamiento han podido hallar clavos de hierro, munición de arcabuz, cerámica decorada y ganchos para sujetar vainas de espada al cinturón.

La última intervención correspondió a María Cruz-Berrocal (Universidad de Konstanz), quien nos presentó los últimos resultados de la excavación de San Salvador de Qelung (Taiwán) en el marco del ambicioso proyecto Arqueología colonial del Pacífico, inaugurado en 2011. Al igual que los otros dos ponentes, la arqueóloga partió de una serie de cuestiones: ¿cuál fue la presencia española en este ámbito geográfico? ¿Por qué esta experiencia ha quedado invisibilizada en la historiografía? ¿Qué relevancia tuvieron estos primeros contactos? 

Efectivamente, la presencia constante de españoles y portugueses en el Pacífico se adelantó en muchos decenios a expediciones supuestamente tan «pioneras» como la del capitán Cook y similares durante el siglo XVIII. Los intereses en la zona se movían entre la evangelización, el comercio y la neutralización de enemigos protestantes. Lejos de tratarse de una cuestión anecdótica, Cruz-Berrocal reivindicó la importancia del llamado «Pacífico global», cuyo estudio cree que debe ser capaz de equipararse en adelante al nivel de interés mostrado tradicionalmente por América. 

Arqueólogos trabajando en el muro de la iglesia (Historia y Arqueología)
Buen ejemplo de ello es la isla de Formosa (Taiwán), óptima vía hacia China, donde se constata una importante presencia española entre 1624 y 1642, momento en que resulta finalmente conquistada por los holandeses. 

La investigación del equipo de Cruz-Berrocal se centra en uno de los asentamientos más importantes, el situado en la localidad actual de Hoping Dao. Pero no en el área del fuerte en sí (donde en 1939 prácticamente se barrió la zona para colocar un astillero japonés) sino en una parte algo más alejada, hoy ocupada por el párking público de un vecindario. 

Primer sujeto europeo en postura católica (Historia y Arqueología)
En aquel punto, la excavación reveló un rico sustrato neolítico local. También se dio con los primeros restos europeos: un muro que resultó ser parte de una iglesia con contrafuertes: el Convento de Nª Señora de Todos los Santos. Este monumental edificio dispuso de torre y cementerio asociados. Aquí se han hallado más restos importantes, siendo de gran interés tanto la diversidad étnica de los allí enterrados, como las diferentes posturas «religiosas» de los sujetos o la simbiosis material en los ajuares que los acompañan.

Desde aquí sólo nos resta decir que disfrutamos muchísimo de todas las intervenciones y que esperamos que el MAN continúe por esta vía a fin de visibilizar y dar a conocer estos y otros importantes proyectos de relevancia internacional. Como única pega, nos hubiera gustado que los ponentes hubieran dispuesto de más tiempo para realizar una breve puesta en común acerca de las similitudes y diferencias entre sus respectivos casos de estudio, separados en tiempo y espacio. 

Cruz-Berrocal durante su intervención y cabeza de servidora al centro (MAN)
Recogemos por tanto algunas brevísimas reflexiones, aunque sea «al vuelo». En primer lugar, se vuelve a constatar la importancia de la arqueología para evitar el sesgo de las fuentes escritas (problema especialmente visible en los casos de Sancti Spiritu y Joara, donde se omiten conscientemente ciertas acciones o episodios). 

La segunda idea tiene que ver con la eliminación de esta temprana experiencia de españoles y portugueses por relacionarla con una determinada concepción de «atraso»: tanto por cuenta propia (la ocultación del «fracaso» por parte de la historiografía española triunfalista); como ajena (a partir de la cual toman más tarde la delantera ingleses y franceses con la publicación de sus descubrimientos. El de Taiwán y Joara son dos buenos ejemplos que tratan de reivindicarla y normalizarla dentro del conjunto de la historiografía. 

La tercera reflexión tiene que ver con los problemas que presenta equiparar el caso de la Monarquía con el modelo de imperialismo contemporáneo, ya que no compartieron las mismas condiciones demográficas y materiales. Esta última podría ser la causa de que, a diferencia de la homogeneización característica del segundo, en los siglos XVI y XVII sea más habitual hallar una especie de multiculturalismo «por necesidad».

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