De re musica: tratados de historia que se escuchan (I)
Si un compositor pudiera decir lo que quiere
decir con palabras, no se molestaría en tratar de decirlo con música.
Gustav Mahler
Entre
mis últimas lecturas ha estado la selección de artículos de El País en torno a la figura
de Richard
Wagner en el 2º centenario
de su nacimiento (que comparte con otro gigante en el género, Giuseppe Verdi),
y, conforme lo estaba terminando, pensaba que nunca habíamos hablado en el blog
sobre la relación entre música e historia. Es innegable que Euterpe y Clío, musas protectoras de estas disciplinas, colaboran en
la disciplina de historia de la música, especialmente teniendo en cuenta que la propia palabra música significa "el arte de las musas". Pero lo que pretendo transmitirles hoy
va un poco más allá, y es la necesidad
de conocer la música de un periodo para comprender el mismo, o, tal vez más
habitual en ciertos casos, la visión del mismo que se tuvo en otra época.
Músicos medievales. Imagen de "La música Sacra" |
Recuerdo
que, cuando se estrenó la muy mediocre película Destino de caballero, el director se
defendió de las críticas en torno al uso de música de Queen, Eric Clapton o David Bowie alegando que era tan anacrónico como usar música del barroco. Pese a lo
simplista de la argumentación, cierto es que razón no le falta, y que en las
películas ambientadas en el mundo antiguo resultaría muy complicado encontrar una banda sonora adecuada y que
pertenezca a ese periodo, y no es mucho más sencillo hasta bien avanzada la
época medieval.
Esto
se debe a que, aunque disponemos de información sobre qué instrumentos usaban,
y restos arqueológicos que nos permiten hacernos una idea de cómo sería su
música, en general no disponemos de
información suficiente sobre la misma, y, en caso de disponer de ella, es
un terreno tan propio de arqueólogos y
musicólogos especializados, que el común de los mortales difícilmente
podemos apreciar en nuestro día a día; aunque, desde luego, es un gran reto
para los profesionales.
Nos
tememos que, saber realmente qué sonidos se escucharían en la corte de Trajano,
es como intentar reconstruir la discografía completa de los Rolling Stones a través de, únicamente, las portadas de sus
discos y las tablaturas usadas por un grupo
homenaje para 3 de sus canciones. A modo de curiosidad, les adjunto la
información sobre la que se supone la
partitura más antigua del mundo, una
tablilla asiria del siglo XV a.C que contiene un himno a la diosa Nikal. Por otra parte, la
partitura más antigua de la que conocemos el nombre de su autor es de comienzos
del siglo XIV d.C., firmada por el Maestro
Piero (lo cual, una vez
más, nos confirma lo geniales que llegan a ser Les Luthiers).
Jordi Savall. Imagen de Alia Vox. |
Bien avanzada la edad media es cuando comenzamos a contar con registros
suficientes como para reconstruir de forma fiable la riqueza musical de la época;
para adentrarse en ella les recomiendo encarecidamente que se dejen guiar por el genial Jordi Savall y las distintas formaciones que ha dirigido. Su conocimiento de
la música medieval, renacentista y barroca le ha convertido en un referente
mundial en las mismas, con grabaciones que casi obligan a
un historiador a hacerse con ellas: Shakespeare y la música inglesa, Música de la época de las Cruzadas, El
reino olvidado: la tragedia cátara, Isabel I reina de Castilla o Dinastía
Borgia constituyen auténticos
tratados de historia en forma musical.
A finales del siglo
XVI nació un género que revolucionó la música y toma una forma que aun conocemos
hoy día: la ópera.
La primera ópera conocida es Dafne, de Jacopo Peri, aunque es Claudio
Monteverdi quien tiene el honor de ser el compositor de la ópera más antigua
que aun se representa: L’Orfeo. Es a partir de esta
época en la que aquellas piezas que han llegado hasta nosotros comienzan a
conocerse como música clásica, por contraposición a la música antigua anterior.
Portada de L'Orfeo de Monteverdi. Imagen de Wikimedia. |
El
barroco, desde comienzos del siglo XVII, constituye uno de los períodos de
mayor riqueza musical, especialmente en su época tardía, en la que los grandes
compositores y las nuevas técnicas parecían surgir casi de la nada; por vez primera, existen músicos como Bach,
Vivaldi, Haendel o Telemann, cuyos nombres casi cualquier persona reconocería,
pues su influencia en su época y en las posteriores es indeleble. No en vano es
una época revolucionaria en muchos aspectos, con lo que no es de extrañar que
también lo sea en este campo, el cual, lógicamente, interactúa con los demás; es
el caso, por ejemplo, de Bach y las matemáticas, con lo cual volvemos relacionar la palabra música con su etimología.
Resulta
particularmente interesante, a mi entender, el uso de temas mitológicos en aquellas óperas; no en vano, se buscaba
una comunión de diversas artes, y el
renacimiento había encumbrado a Grecia y Roma, por lo que una versión
modernizada del teatro griego resultaba casi inevitable, pues este concepto
es el que pretende lograr la ópera en sus inicios; es por esto que el
conocimiento de las obras de este período resulta muy útil para comprender la
visión que se tenía de dicha época.
Este
gusto se mantuvo durante mucho tiempo, produciendo auténticas maravillas. La ópera Orfeo ed Euridice, de Glück, constituye un buen ejemplo de la transición
entre el barroco y el clasicismo, cuyos máximos exponentes (no hace falta
decirlo, supongo), fueron Haydn, Mozart y Beethoven. Este último fue, además de
uno de los más grandes de la historia, un elemento fundamental para la
evolución del clasicismo al romanticismo, periodo apasionante en muchos
aspectos.
Hasta
aquí esta entrada; esta vez hemos
llegado hasta el siglo XIX de un tirón, y en la siguiente veremos la
importancia que ha cobrado lo música en nuestras vidas desde entonces. Hasta
entonces, les dejo con este video con la danza
de las furias, de la citada Orfeo ed
Euridice.
La primera parte del artículo, justifica y apologiza el gusto de Baz LuHrman por meter música contemporanea en su filmografía, cualesquiera que fuese el marco histórico: Romeo y Julieta, El Gran Gatsby...
ResponderEliminarViendo su versión de "Moulin Rouge", su gusto por el anacronismo musical está más que claro... pero como todo, hay que saber hacerlo bien.
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