Del palo afilado a la ciberguerra: la tecnología en el campo de batalla (IV)
El
mar nunca ha sido amigable para el hombre. Siempre ha sido cómplice de la
inquietud humana.
Joseph Conrad
Hola
a todos. Tras hablar de los orígenes de la guerra, examinar la misma durante las edades antigua y medial, y llegar hasta la edad de la pólvora,
continuaremos analizando hoy los avances tecnológicos en el campo de batalla
retomando un tema que dejamos aparcado en la edad media: la guerra naval.
Como
ya mencionamos, los grandes imperios han sido, necesariamente, dominadores de
los mares, aunque no necesariamente talasocracias,
debido a las grandes ventajas en cuanto a comercio, transporte de tropas, etc.
que confiere este dominio. Y por tanto, todos los grandes gobiernos del mundo
han puesto su empeño en dominar la navegación, la cual, desde la baja edad
media, ha sufrido varias revoluciones conceptuales, aunque en este caso, es
complicado separar qué avances son estrictamente militares de aquellos con
aplicación en el mundo civil, puesto que prácticamente cualquier avance en este
aspecto confería ventaja militar.
Mapa portulano. Contenido libre de Wikimedia. |
La
primera fue la aparición de la brújula;
inventada, al igual que la pólvora, por los chinos en el siglo IX, en Europa se
conoce su uso a partir del siglo XIV; no está claro, en todo caso, si se
inventó de forma independiente o si llegó desde China a través de los
musulmanes. Gracias a ella, los navíos comenzaron a adentrarse en el mar,
alejándose de la línea de costa, y dando origen a los bellos mapas portulanos; pueden leer más sobre la cartografía y aquellos mapas aquí.
A finales del siglo XV, las posibilidades de la navegación conmocionaron al mundo con los viajes de Colón y el descubrimiento de América, y el de Vasco de Gama rodeando África; posteriormente Magallanes y Elcano completaron la gesta con la circunnavegación del globo. Uno de los descubrimientos, desagradable por otra parte, fue el del escorbuto, ya que hasta entonces los viajes marítimos sin acceso a fruta fresca no habían durado tanto, y hasta el siglo XVIII no se conoció el remedio.
A finales del siglo XV, las posibilidades de la navegación conmocionaron al mundo con los viajes de Colón y el descubrimiento de América, y el de Vasco de Gama rodeando África; posteriormente Magallanes y Elcano completaron la gesta con la circunnavegación del globo. Uno de los descubrimientos, desagradable por otra parte, fue el del escorbuto, ya que hasta entonces los viajes marítimos sin acceso a fruta fresca no habían durado tanto, y hasta el siglo XVIII no se conoció el remedio.
Lógicamente,
los navíos de aquellos tiempos ya iban dotados de armas de fuego, tanto de mano
para los tripulantes, como montadas en el casco. Los ingleses los adoptarían
desde 1340; las portas de
los cañones se incorporaron a los barcos franceses y españoles antes del 1500 y
muchas carracas españolas que participaron en la batalla de Lepanto en 1571
llevaban armamento pesado. Sin embargo, el uso de estas armas embarcadas
recibía distinto uso; si bien era habitual la llamada guerra
a la española, usando armas relativamente ligeras
destinadas a barrer la cubierta enemiga antes del abordaje por las tropas
embarcadas, esta táctica sufrió un severo correctivo con la guerra galana
usada por la armada británica dirigida por Drake durante la empresa de Inglaterra en
1588.
Es
en esta época cuando el poder marítimo se desplaza del Mediterráneo, cuna
ancestral del mismo, al Atlántico. Y, lógicamente, el tipo de navío necesario
es diferente. La evolución desde la antiquísima galera hasta los barcos a vapor
dan origen a la era dorada de la navegación a vela, comenzando con el galeón: los
navíos se perfeccionan, se aligeran, se hacen más rápidos, aumentan su
capacidad y se dotan de cada vez más cañones; valga como dato que la gran
mayoría de los navíos construidos en la segunda mitad del siglo XVII se
destinan a la guerra.
Longitud, de Dava Sobel, Editado por Anagrama |
Mientras
tanto, la investigación de nuevas técnicas de navegación continúa, convirtiendo
a la guerra naval en el equivalente a la carrera espacial de
su época: se busca mayor aprovechamiento de la fuerza del viento, más
maniobrabilidad, mejores técnicas de combate, mejor armamento
embarcado y la solución al problema de la longitud, es decir,
determinar de manera exacta en qué meridiano se encontraba el navío, lo cual
constituyó uno de los grandes retos científicos y técnicos de su época. A este
respecto, es muy recomendable la lectura de Longitud, de
Dava Sobel.
El navío característico de esta época es el llamado navío de línea, llamado así por ser usado en el nuevo tipo de guerra: disposición de los buques en líneas usadas para cañonear a la escuadra enemiga.
De entre todos los grandes navíos construidos en aquellos tiempos destaca el español Santísima Trinidad, llamado el Escorial de los mares. Botado en La Habana en 1769 siendo el único navío dotado de 4 puentes, estaba valorado en 40.000 ducados, contaba con 138 cañones y una tripulación de en torno a 1.000 hombres. Con motivo del bicentenario de la batalla de Trafalgar se realizaron una serie de estudios sobre la ingeniería del mismo, los cuales mostraban números dignos de navíos actuales: siguiendo con el símil citado, sería el equivalente al transbordador espacial de sus tiempos.
El navío característico de esta época es el llamado navío de línea, llamado así por ser usado en el nuevo tipo de guerra: disposición de los buques en líneas usadas para cañonear a la escuadra enemiga.
De entre todos los grandes navíos construidos en aquellos tiempos destaca el español Santísima Trinidad, llamado el Escorial de los mares. Botado en La Habana en 1769 siendo el único navío dotado de 4 puentes, estaba valorado en 40.000 ducados, contaba con 138 cañones y una tripulación de en torno a 1.000 hombres. Con motivo del bicentenario de la batalla de Trafalgar se realizaron una serie de estudios sobre la ingeniería del mismo, los cuales mostraban números dignos de navíos actuales: siguiendo con el símil citado, sería el equivalente al transbordador espacial de sus tiempos.
No es de extrañar que esta maravilla de la ingeniería naval fuera la pieza más preciada por los británicos, quienes aún nos restriegan que en la batalla de cabo San Vicente, cuando formalmente se había rendido, tras concentrar el grueso del fuego enemigo, y los británicos contaban ya con el botín, fue rescatado por el Infante Don Pelayo; fue finalmente capturado en Trafalgar en 1805, hundiéndose mientras era remolcado hacia Gibraltar.
Rescate del navío de línea Santisima Trinidad por el Infante don Pelayo (izquierda) por Antonio de Brugada Vila (1804-1863), expuesto en el museo naval de Madrid. Imagen libre de Wikimedia. |
Tras
la derrota de Trafalgar y las guerras napoleónicas, Gran Bretaña convirtió
durante más de 120 años a la Royal Navy
en el orgullo de su patria y garante de su imperio. Los navíos fueron
blindándose progresivamente, y la llegada del vapor revolucionó de nuevo el
mundo marítimo; surgieron modelos como el ironclad, y
los navíos de línea se vieron cubiertos de acero.
Durante la guerra civil estadounidense, la Confederación recuperó un barco hundido de la Unión, el Merrimack; fue rebautizado CSS Virginia, recubierto de láminas de hierro, se le instaló un espolón de hierro y fue armado dotado de 10 cañones, causando grandes daños a la flota unionista sin sufrir daños hasta su autodestrucción, ejecutada para evitar su captura. Todas las flotas comenzaron a sustituir los barcos de madera por los de casco metálico.
Durante la guerra civil estadounidense, la Confederación recuperó un barco hundido de la Unión, el Merrimack; fue rebautizado CSS Virginia, recubierto de láminas de hierro, se le instaló un espolón de hierro y fue armado dotado de 10 cañones, causando grandes daños a la flota unionista sin sufrir daños hasta su autodestrucción, ejecutada para evitar su captura. Todas las flotas comenzaron a sustituir los barcos de madera por los de casco metálico.
En
paralelo, el concepto de submarino
también ocupó un lugar en la mente de los ingenieros militares; aunque hay
precedentes funcionales durante el siglo XVIII, durante mucho tiempo no se
logró cumplir adecuadamente la ecuación básica del submarino, es decir, número de
inmersiones = número de emersiones.
Posteriormente se hicieron diversos avances, primero con modelos de tracción humana, y posteriormente de vapor (que debían apagar los motores al sumergirse). Hasta 1888 no existió un modelo realmente operativo, alimentado por baterías eléctricas, diseñado por Isaac Peral. Curiosamente, el concepto de torpedo ya existía desde 1836, aunque los primeros estaban guiados por humanos.
Posteriormente se hicieron diversos avances, primero con modelos de tracción humana, y posteriormente de vapor (que debían apagar los motores al sumergirse). Hasta 1888 no existió un modelo realmente operativo, alimentado por baterías eléctricas, diseñado por Isaac Peral. Curiosamente, el concepto de torpedo ya existía desde 1836, aunque los primeros estaban guiados por humanos.
HMS Dreadnought. Contenido libre de Wikimedia. |
Hasta
entonces, cuídense.
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