Baltasar de Zúñiga. Una encrucijada de la Monarquía Hispana (1561-1622).
Hay libros que te marcan la vida, libros que te hacen cambiar tu modo de
pensar o sentir y libros que te hacen amar una profesión. En mi caso uno de los
más importantes para amar esta profesión fue sin duda El Conde-Duque de Olivares de Elliot. Cuando acabé de leerlo supe lo que quería
hacer, saber transmitir la historia con esa fluidez y amenidad de la que es
capaz muy poca gente. Luego me lancé a leer el no menos interesante Richelieu y Olivares y siempre que tengo
oportunidad leo algo sobre el poco afortunado Conde-duque.
Hay que tener mucho valor y altas miras para completar, al menos en parte,
el trabajo de Elliot y es lo que se ha propuesto Rubén González Cuerva en su obra Baltasar de Zúñiga: una encrucijada de
la Monarquía Hispana (1561-1622). El personaje y el interés de su
estudio lo refleja Rubén, al que diré para evitar suspicacias no conozco de
nada, en su prólogo;
Muchos años
después del ascenso al trono de Felipe IV, el Conde-Duque se defendió de los
que criticaban las perentorias decisiones que se tomaron entonces excusando su
protagonismo: había sido su tío Baltasar de Zúñiga, quien entonces se encargaba
del manejo de los papeles, el responsable de un giro cuyas consecuencias se
arrastraban veinte años después y que significaron uno de los principales
baldones del retroceso político de la Monarquía hispana en la Europa del siglo
XVII. Pero ¿quién fue ese Baltasar de Zúñiga y qué poder tuvo para marcar el
rumbo de la diplomacia española durante una de sus fases más decisivas? ¿Aportó
una estrategia novedosa en un momento de encrucijada, en el que la
Monarquía se jugaba su puesto hegemónico en la Cristiandad?
Preguntas
que, como he dicho ni el propio Elliot había respondido en su magna obra. ¿Y
por qué tiene importancia la figura de Zúñiga. Vuelve a responder el autor
diciendo que;
Este
acercamiento individualizado a la historia resulta especialmente pertinente
cuando el elegido es Baltasar de Zúñiga, quien puede representar con notable
complejidad a toda su generación. En su figura convergen una serie de factores
primordiales que le convierten en un modelo ideal para entender la Corte
española de en torno a 1620. Además de su
relevancia intelectual y sus contactos con lo más granado de la cultura europea
de su época, destacó por su gran experiencia internacional y contar con
una visión muy cosmopolita de la Monarquía. En este sentido, no solo
contrastaba con el duque de Lerma, que nunca salió de la península Ibérica,
sino que destacó por marcar las relaciones con el Sacro Imperio en la segunda
década del siglo, justo el momento en el que este escenario se convirtió en el
gran avispero de la Cristiandad. De este modo, la figura de Zúñiga permite
evaluar las relaciones dinásticas mantenidas con la Corte imperial y comprobar
las características del gran eje de confesión y dinastía establecido con Roma y
Viena, que definió el nuevo rumbo de la política de Felipe III y su hijo.
Por último, el relevante peso que adquirió en la Corte madrileña en la
transición entre ambos reinados nos da la oportunidad de seguir en perspectiva
estos años
cruciales, que por la costumbre de acotar las investigaciones a un
reinado suelen
quedar cortados y algo desdibujados en otras obras.
¡Nada más y
nada menos!. De lo micro a lo macro en un ir y venir constante para entender
una época de enorme complejidad. Y viendo el índice, sólo nos basta eso, para
comprobar que el autor ha atendido a todas las vertientes posibles. Lo más
sorprendente de todo es que nos encontramos ante la adaptación de la tesis de
Rubén para su publicación. Hay que tener mucho valor para que tu obra académica
más importante pretenda continuar el trabajo de Elliot y de tantísimo
calado.
Es de agradecer que comiencen a surgir nuevos historiadores con nuevos proyectos, como el que nos ocupa, u otros como el excelente trabajo de Bruno Pomara, que con su Violencia, bandolerismo y justicia en el Reino de Sicilia (1619-1621), ganó el II Premio de Jóvenes Investigadores de la Fundación Española de Historia Moderna. Con ellos se demuestra que hay un futuro para nuestra disciplina siempre que se trabaje.
Mientras llegamos a ése futuro disfrutemos con la lectura de sus trabajos. Mientras, nosotros seguiremos visitando aquel futuro que ya no es lo que era, e indagaremos en las posibilidades del cine como arma didáctica e intentaremos aportar datos que nos aclaren un poco el debate en torno a la universidad, que para eso tenemos LicenciaHistórica.
Un saludo
Es de agradecer que comiencen a surgir nuevos historiadores con nuevos proyectos, como el que nos ocupa, u otros como el excelente trabajo de Bruno Pomara, que con su Violencia, bandolerismo y justicia en el Reino de Sicilia (1619-1621), ganó el II Premio de Jóvenes Investigadores de la Fundación Española de Historia Moderna. Con ellos se demuestra que hay un futuro para nuestra disciplina siempre que se trabaje.
Mientras llegamos a ése futuro disfrutemos con la lectura de sus trabajos. Mientras, nosotros seguiremos visitando aquel futuro que ya no es lo que era, e indagaremos en las posibilidades del cine como arma didáctica e intentaremos aportar datos que nos aclaren un poco el debate en torno a la universidad, que para eso tenemos LicenciaHistórica.
Un saludo
Comentarios
Publicar un comentario
Rogamos que se respeten las reglas gramaticales y ortográficas en los comentarios.
Las faltas de respeto, la publicidad, spam, o cualquier otro comportamiento inadecuado implicarán la eliminación del comentario de manera taxativa.