Reseña del libro Icónicas, de Pedro García Martín.

Vivimos asediados por las imágenes, apabullados por un bombardeo constante de las mismas. Vemos pero no observamos y cuando lo hacemos en muchas ocasiones no tenemos las armas intelectuales, la formación, para decodificarla. De manera tradicional la academia separaba las imágenes del historiador dejándoselas a su compañero de Historia del Arte, creando con ello departamentos estancos de una realidad que desborda las áreas del saber establecidas por los hombres. 

Por ello, los historiadores miraban los estudios de la imagen como algo ajeno a ellos y, caso de hacerlo, casi como una frivolidad o un divertimento De alguna manera esto sigue siendo así, a pesar de que ya contamos con mucha y buena bibliografía sobre el tema siendo, quizá, el más famoso el libro Visto y no visto. El uso de la imagen como testimonio histórico de Peter Burke. También en España contamos con excelentes trabajos sobre el tema como Imagines paradisi historia de la percepción del paisaje en la Europa moderna (ca. 1450-ca. 1875) publicado por Pedro García Martín, autor del libro que nos trae hoy aquí, Icónicas

Aquí reside la primera clave del libro; se trata de una obra que bebe de toda la experiencia académica y docente del catedrático. Es decir, que el libro entronca con una lógica evolución investigadora que, en el caso de García Martín, se aúna con su faceta de escritor. Por ejemplo, este libro descubre en parte el proceso de documentación de la novela Contra tiranos, ya comentada en este blog, cuando comenta obras de arte de gran importancia en la novela, ahora desde el punto de vista estrictamente académico.
 
El libro se divide en cuatro partes perfectamente diferenciadas. La primera de ellas se defiende el uso de imágenes como fuentes historiográfica equiparables al documento. Ojo, no como simple complemento del documento, sino como fuente equiparable al mismo. 

Claro que para ello debemos aplicar un método académico, para hacerlo con criterio, tal y como se nos describe en el libro, con un análisis de las mismas a distintos niveles

Sin abandonar este primer bloque nos encontramos con el estudio de la imagen de los poderosos, del poder, que hasta hace poco, en tiempos históricos, eran los que copaban las representaciones artísticas con sus metáforas y alegorías, que hay que saber descifrar. Evidentemente cada régimen político, pongamos por ejemplo el capitalista americano o el comunista soviético, han propuesto distintos modelos de representación del poder; entender estas claves hará de nuestra comprensión de la historia algo más fácil. 

El segundo bloque es el dedicado al análisis del paisaje atendiendo al método aristotélico:

"la vista, al conocimiento del entorno que nos rodea; el oído, a la música; el gusto, a la    alimentación y la gastronomía; el olfato, a la botánica y la perfumería; y el tacto, al amor carnal." 

Con este método y con buenas dosis de erudición y pedagogía, el autor nos va desgranando cualquier tipo de paraíso, terrenal o celestial, así como las ciudades también reales o idealizadas. De igual manera se analizan los distintos paisajes naturales, tales como desiertos, playas o montañas, y las diferentes representaciones y valores que le ha dado a los mismos el ser humano a lo largo de la historia. A buen seguro, el lector no volverá a ver un paisaje de la misma manera tras la lectura de esta sección.

Especialmente interesante me ha parecido cómo García Martín nos llama la atención a la distinta perspectiva que el hombre ha tenido del paisaje a través de los cambios de los medios de transportes. Evidentemente no es lo mismo caminar, que ir en tren o volar en avión y, por tanto, la perspectiva, la aprehensión del paisaje, varía enormemente. Es lo que el autor llama la revolución en la mirada, a la que dedica varios capítulos. 

Y es que para realizar un verdadero viaje (y suena a perogrullada, pero no lo es), hay que viajar. Y viajar no es, por muy cómodo que sea, hacerlo a través de documentales o por medio de internet. Como dice el catedrático nunca hubo tantos viajeros de salón:

Vemos el mundo con nuestros ojos, pero no in situ, sino a través de la intercesión de una  pantalla. No es necesario salir de casa para coronar la cima del Everest o bucear en los arrecifes de la Polinesia para ver los corales. No parece ya que tenga ningún mérito avistar ballenas en la mar océana o contactar con una tribu en la selva amazónica. Lo podemos hacer en un instante navegando por la red. Lo podemos ver en documentales del cine y televisión. El Homo videns, apoltronado en un sofá, ha pasado a viajar sin fatigas por paisajes virtuales.

Ese hombre moderno, aunque parezca paradójico en esta era icónica, ha ido perdiendo agudeza visual. Muchas personas hoy en día ven, pero no miran. Viajan, pero no aprenden. No se detienen a pensar. No sosiegan.

Esta sección bien podría llamarse "El manual del buen viajar" y ejemplos hay varios en el libro, como el completo análisis que se hace de los monasterios de Meteora. 

Llegamos a la tercera parte del libro; leer el mundo en imágenes, donde el autor hace un recorrido de la Historia a través de imágenes icónicas, desde la Prehistoria a la actualidad, en píldoras de sabiduría. Personalmente con la parte que más he disfrutado es la dedicada a la tan maltratada Edad Media, portentosa en iconografía y simbolismo, que gracias al libro podemos comenzar a descifrar. 

Personalmente, y volveré sobre ello en las conclusiones, el libro se me antoja como una guía de viajes, imprescindible tanto para descubrir lugares no muy conocidos por el gran público como compañero en el propio viaje. Ejemplos en el libro hay muchos, como la ermita de San Baudelio en Soria o La iglesia visigoda de San Juan de Baños (Palencia). También ciudades de gran importancia histórica salen a la luz en estas páginas como Albi o el Aviñón de los papas medievales.

Monasterios de Meteora en Grecia. Fuente: Turismo experiencial

No se dejan de lado en este análisis las alegorías del buen gobierno o el de la nave de los locos, que aún resuenan en nuestros libros e historias en una sucesión cronológica de grandes obras de arte e imágenes. Personalmente me ha interesado mucho el análisis que hace el autor de las fotos de la I Guerra Mundial, donde salen soldados con máscaras antigás, y también me sirve de muestra de la enorme variedad de imágenes analizadas en el libro. Capítulos a destacar, por su gran actualidad también me parecen los titulados "Geoestrategia, propaganda y manipulación" y "La libertad guiando al pueblo". 

Leer en imágenes tiene una segunda parte muy interesante dedicada a las imágenes de larga duración, tales como las cruzadas, terma al que el autor ya dedicó su imprescindible Historia visual de las Cruzadas, la evolución iconográfica del Quijote -pasión confesa de García Martín- o del color rojo (Shyamalan sabe de esto).

La cuarta parte es la dedicada a los medios de comunicación de masas. Aquí tiene cabida la imprenta, que con sus litografías hizo aún más accesible la imagen. También la prensa, que dio origen al humor gráfico y, por supuesto, la publicidad o la fotografía, nacida a finales del XIX, todo ello explicado con jugosos ejemplos. Y por supuesto el cine, del que ya nos avisó García Martín de su conocimiento con la novela El químico de los Lumiere, desde su prehistoria a la actualidad. 

También entronca con su novela el análisis, ahora histórico, que hace el autor de las postales y cuadros y publicidad de la Belle Époque. Tampoco deja de lado un buen banco de imágenes, ignorado hasta mediados de los sesenta, material fungible y por tanto de difícil conservación, como lo son cromos, cómics o libros infantiles. En ellos, por encima de museos o alta cultura, reside la memoria visual de la gran mayoría de la gente. 

El libro, como corresponde a un buen ensayo, se cierra con unas jugosas conclusiones. Solo extraigo una y dejo al lector el resto de las mismas. García Martín afirma que: 

Es algo tópico afirmar que una imagen representa el espíritu de una época. [...]. Debemos matizar este lugar común. Las imágenes —artísticas, literarias, publicitarias y propagandísticas— son un factor más de los muchos que contribuyen a crear ese supuesto espíritu de una época. Además, pueden rebasar sus límites temporales, pues, como decía Jules Michelet, «cada época sueña la siguiente»

Entiendo que el autor está matizando lo que se llama el Zeitgeist, término con el que me llevo pegando personalmente hace unos años y que no termino de vez claro. Las palabras de García Martín me han llevado a reflexionar más sobre un tema del que veo claramente que tengo que documentarme más. 

Villa de los Lumiere. Fuente: Wikipedia.

Pero dejemos mis deliquios mentales y vayamos a hacer una valoración conjunta de la obra. Destacar, como no podía ser de otra manera, la erudición del texto pero -y aquí se notan los años de docencia del autor- impregnada de pedagogía que hacen al mismo accesible a todo tipo de lector. Lo segundo, y aquí la palabra pedante del día, su carácter seminal. García Martín nos muestra una gran cantidad de temas, pistas en las que indagar y ahondar con futuras lecturas que ya están propuestas por el propio autor en la bibliografía. Y por último casi se podría afirmar que el libro tratado podría utilizarse como guía de viaje. Leyendo el libro me han surgido ganas de visitar, entre otros muchos sitios, la Villa de los Lumiere, sentarme en algún sitio y releer el capítulo del libro dedicada al mismo. Porque como nos deja claro el autor, el viaje no debe confundirse con el turismo.

Os recuerdo, antes de despedirme, el enlace para hacerse con Icónicas.

Un saludo a todos.

Comentarios

  1. Impresionantes los Monasterios de Meteora, los visité gracias a este artículo y este otro: https://www.adondeviajar.es/meteora-en-grecia-y-sus-impresionantes-monasterios/

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