En defensa de las Humanidades


Hace unos días, una antigua compañera del colegio se puso en contacto con las compañeras que hicimos juntas el bachillerato de Humanidades. Después de años de silencio, el grupo de whatsapp que creamos al terminar nuestros estudios resurgió gracias a ella, que vino con una petición. Como profesora de latín, quería enseñarles a sus alumnas testimonios y ejemplos de compañeras que estudiaron Humanidades, dadas las muchas dudas que tienen al respecto, por lo que nos pedía que grabásemos un vídeo para animarlas a la hora de tomar esa decisión. Echando la vista atrás, recuerdo la incertidumbre que yo misma sentí en su momento. Y la razón es simple: vivimos en una sociedad que nos dice que las Humanidades no sirven para nada

 

La Torre de Babel, Pieter Brueghel el Viejo (Fuente: WikiCommons). El conocimiento de las lenguas acerca a las personas y, su desconocimiento, solo las separa. 

Constantemente vemos noticias sobre cómo algunas asignaturas, como filosofía, latín o griego, están siendo eliminadas de los planes de estudio en los colegios. Es que “no valen para nada”, nos dicen. Este mundo en que vivimos está, cada vez más, tendiendo a dirigir los estudios de los jóvenes hacia aquello que “es útil”, aquello que pueda ser monetizado en el mercado. Y cómo se puede monetizar el trabajo de un filósofo, por ejemplo. 

 

Es habitual escuchar a la gente decir que sobra gente de Humanidades; que sobran historiadores, filósofos y lingüistas porque no hay puestos de trabajo para ellos. Porque el mercado no nos necesita. Pero no todo en la vida es el mercado, o la empresa o la economía. Las Humanidades estudian lo humano, lo que nos hace quienes somos, lo que nos hace hombres y eso, quizás, no tiene hueco en el mercado, pero sin duda lo tiene, o debería tener, en nuestra sociedad. 

 

Esta necesidad de encontrarle utilidad a todas las cosas es, en mi opinión, muy dañina para los que nos dedicamos a las Humanidades. Constantemente encontramos gente que cuestiona nuestras profesiones y nos hace explicarles por qué hacemos lo que hacemos y para qué sirve. Nos miran con, quizás, condescendencia y lástima, porque en sus ojos solo somos ingenuos que no nos damos cuenta de cómo funciona el mundo. Quizás es al contrario, nosotros vemos cómo funciona el ser humano, y prefieren no escucharnos. 

 

Poniéndome en la postura del historiador e historiador del arte, que al final, es la que más cerca tengo, yo creo que no es tan difícil ver por qué somos necesarios. Como historiadores, constantemente vemos como, de un modo u otro, se tergiversa la historia para manipular. No olvidemos lo que ocurrió hace algunas semanas con el tema de Al-Ándalus y como ardió nuestro Twitter Historia tras esas declaraciones. O como se pretende evocar a un pasado supuestamente glorioso para excusar ideologías actuales. Estamos ya cansados de ver como la historia solo se utiliza como arma arrojadiza. Si hubiera más conocimientos de historia, estas cosas no pasarían y la gente no se dejaría influenciar. Ya sabéis lo que se dice, si no conoces el pasado estás condenado a repetirlo. 

 

El arte, de alguna manera, tiene menos pegas, aunque solo sea por la existencia de ese “mercado del arte”. Al final, es algo más tangible que la historia, o la filosofía, o las lenguas antiguas. Alguno hay, hoy en día, que sigue sosteniendo que el arte no “sirve para nada”. Bueno, aquí entraríamos en un debate terriblemente difícil sobre la utilidad del arte, pero si hay algo que pueda decirse es que, para nosotros, ciudadanos del siglo XXI, el arte sirve para recordarnos y hacernos saber cómo era la vida de nuestros antepasados. Hay civilizaciones que se han descubierto gracias a obras de arte encontradas en excavaciones arqueológicas. Obras de arte que han hecho ver que un periodo no es “tan oscuro como podía parecer”. Pero, en el fondo, no hay nada más humano que crear algo y querer que sea inmortal. Y las humanidades, en definitiva, son eso: inmortales. 


Fresco de los Delfines, Palacio de Cnosos, Creta (Fuente: WikiCommons)

 

Las Humanidades estudian lo humano, lo que nos hace quienes somos. Conocer la historia, la filosofía, la literatura del pasado no es solo algo bonito, sino que nos hace reflexionar y juzgar el presente con las claves del pasado para poder afrontar el futuro y ofrecer soluciones a este mundo en el que vivimos. Y si, nosotros los humanos, no somos capaces de entender lo que nos ha hecho llegar hasta aquí, ¿cómo vamos a ser capaces de seguir hacia delante? 

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