Invitadas: feminismo y autocrítica en el Museo Del Prado

Desde que el Museo del Prado reabrió sus puertas el pasado 6 de junio ha intentado adaptar el museo a las circunstancias actuales. Reorganizando su colección permanente en una exposición a la que denominaron "Reencuentro" intentaron acercar las obras del museo a un público que acababa de salir del confinamiento. Con límites de aforo y horarios, acondicionaron su institución a esta "nueva normalidad". Ahora, el Museo estrena su primera exposición temporal desde el Coronavirus, "Invitadas", en la que la protagonista es la mujer y su rol en el arte. 


Escena de Familia, Concepción Mejía de Salvador. Un ejemplo de cómo se ha maltratado el arte de las mujeres: no restaurando una obra cuyo valor no se reconoce. 


"Invitadas" es una exposición que pone el foco y el ojo en las mujeres, no solo en su papel de creadoras sino también de representadas. En un viaje compuesto por 17 secciones, "Invitadas" pretende analizar los distintos aspectos de la mujer en el arte entre los siglos XIX y XX. 

La exposición tiene una división muy clara. Por un lado, muestra la situación de la mujer, o bien como era o como la sociedad quería que fuese, y por otro presenta a las artistas creadoras y sus obras. 


La primera parte de la exposición comienza con representaciones de algunas reinas de la historia de España, cuya existencia se quería normalizar desde el gobierno de Isabel II, en plena lucha contra los Carlistas que le negaban el derecho al trono por ser mujer. A continuación, siguen secciones en las que se mostraban cómo debían ser las mujeres, es decir, exponen el concepto de mujer que la sociedad quería que imponer. Al mismo tiempo, se enseña cuadros de mujeres desnudas y sexualizadas, incluso niñas, que resultan crudas e incomodan al visitante. Con secciones tituladas como “El arte de adoctrinar” o “Reconstrucción de la mujer castiza”, la exposición nos guía a través de obras que nos hacen ver como el arte era utilizado para exponer el modelo de mujer que era adecuado para esa sociedad machista. 


Por otro lado, la segunda parte de la exposición se centra en la mujer como artista. La pintura, o el dibujo, formaba parte de la educación que las mujeres jóvenes recibían, por lo que no era de extrañar que muchas de ellas estuvieran versadas en el arte. Por ello, se pueden ver obras en miniatura, fotografía (que al ser considerada un arte menor permitía un acceso más fácil para la mujer), e incluso copias de obras célebres, como las Hilanderas de Madame Anselma. Muchas de estas mujeres eran de clase alta e, incluso, reinas como María Luisa de Borbón o Isabel II. Al mismo tiempo, expone obras de grandes artistas femeninas como Clara Peeters, quien ya tuvo una exposición en su honor en el propio museo en 2012. 


El Cid, Rosa Bonheur. 

Con una mezcla de piezas de los propios fondos del museo y de algunos préstamos, El Museo del Prado ha decidido reivindicar el papel de la mujer en el arte, su importancia, y demostrar siempre ha estado ahí, a pesar de haber sido invisibilizada por los hombres y la sociedad de la época. Para ello, además, el museo ha restaurado numerosas de las obras que tenían en sus almacenes y tiene intención de añadirlas a su colección permanente. Pero la intención del Prado no queda ahí. La exposición es, con toda su composición, en palabras del comisario de la exposición Carlos Navarro "una autocrítica hacia el museo y hacia la propia historia del arte". (ElDiario.es)


Esta exposición es, además, una muestra más del esfuerzo del Museo por permanecer cercano a la sociedad española. Tal como dice Javier Solana, presidente del Real Patronato del Museo Nacional del Prado, "Esta exposición es un claro ejemplo de la voluntad del Prado de seguir siendo un referente cultural incluso en momentos de dificultad".


¿Qué nos intenta transmitir esta exposición? Por un lado, nos enseña lo que la sociedad quería que fuese la mujer, ensalzando aquellos valores que consideraba correctos a través del arte y, por otro, hacer autocrítica por haber obviado e ignorado numerosas obras y artistas femeninas en sus fondos que no habían sido expuestos. La labor que está haciendo el museo por corregir esta tendencia es más que admirable y facilita, ante todo, el descubrimiento de grandes artistas que han sido olvidas durante décadas y que hoy, por fin, pueden ser contempladas. 

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