Reflexiones sobre novela histórica desde la Feria del Libro

Hola a todos:

Ayer hice mi primera visita, de las muchas que vendrán, a la Feria del Libro de Madrid, y constaté la enorme fuerza que mantiene el género de la novela histórica a tenor de las cargadas mesas de novedades que pude ver. 

Según decimos «novela histórica», tres historiadores y dos gatitos mueren. Pasa como con el «cine histórico» o cualquier cosa que venga con el apellido «histórico». No sé el resto, pero yo me hice historiador gracias a Indiana Jones, a películas con ambientación histórica como Krull (¿os acordáis de ella?). Y por supuesto, también gracias a las novelas históricas.

Tengo una memoria horrible, pero creo que la primera que me leí fue El manuscrito carmesí de Antonio Gala con 12 o 13 años. Lo que sí recuerdo fue cómo me conmovió, profundamente, el destino de Boabdil. Aunque reconozco que no la he vuelto a leer, temiendo cargarme parte de mi juventud. Luego llegaron tantas y tan buenas novelas históricas que me es imposible acordarme de todas, aunque tengo claro que para mí la mejor fue, sin duda, El nombre de la rosa de Umberto Eco. Me encantaría que un día se unieran expertos medievalistas de todas las materias para explicar todo lo que sale en la novela. Me entero de muchas cosas, pero a buen seguro se me escapan otras muchas.

Fray Guillermo de Baskerville y su ayudante Adso en un fotograma de la película El nombre de la rosa (1986). Fuente: universo abierto.org

Comencemos por el principio: ¿qué es la novela histórica? Género bastardo, como cualquier novela, nacido en el XIX (sí, últimamente todo gira en torno al XIX) a mayor gloria de las historias nacionales, pintando pasados idílicos de bellas doncellas y aguerridos caballeros. Ya empezamos con problemas, porque a ver quién me contraargumenta cuando digo, alto y claro, que libros como la Ilíada y la Odisea son novelas históricas como la copa de un pino. También pondría encima de la mesa la Biblia, pero que nadie se me escandalice. 

¿Y Heródoto de Halicarnaso? Otros tiempos, otros conceptos de verdad. Género esquivo, qué duda cabe... ¿Dónde demonios meto Una Historia de España de Pérez-Reverte? Yo, de cabeza a «novela histórica». Podríamos hablar de las obras de otros «historiadores», pero seguramente irían de cabeza a la papelera de reciclaje.

Fuente: El Mundo.

¿Cuál es, pues, la diferencia entre novela histórica y ensayo? Ambos reconstruyen el pasado, pero mientras el novelista es más libre para crear, para mezclar novela e historia, e inventar personajes a su antojo y penetrar en la supuesta psicología de la época, el historiador está siempre «amarrado» a la documentación y restos arqueológicos, y de ahí no se puede salir. El primero tiene una intencionalidad lúdica, el segundo busca la verdad. 

La novela histórica es, per se, anacrónica desde el momento en que se combina una supuesta realidad histórica con un retrato psicológico actual. Para decirlo más claro, Marco Antonio, pongamos por caso, es una persona real e histórica, pero la personalidad que se vuelca en novelas y pantallas es actual. Marco Antonio en las pantallas es un caso interesante. Para hacer grandes series o películas del Imperio romano se acude a grandes actores británicos pero, indefectiblemente, Marco Antonio es americano. Pega mucho la imagen que nos han creado de él con la de «canalla tierno» que los Estados Unidos tan bien le tienen cogido el punto. Valga de muestra el siguiente vídeo.




El problema sobre la novela histórica es, como me enseñó mi primera novieta, es que tú (lector) juegues al parchís mientras el novelista juega a la Oca. Me explico: una novela histórica no te está contando la historia, no lo pretende. No te lo tomes al pie de la letra, no es historia. Es recreación imaginativa. Amigo historiador, por el mismo motivo, no debes enfrentarte a la novela histórica. No es tu enemigo, a poco que lo pienses puede ser tu aliado. 

Lo que creo que nos ocurre es que tenemos novelas históricas tan tan tan (¡pero tan tan!) buenas, que nos negamos a aceptar la realidad. Somos Historia y mito, amigos míos, y el mito no hay Historia que lo supere. Me estoy acordando, por ejemplo, del Adriano de Yourcenar o el Claudio, basado en Tácito y Plutarco, de Robert Graves. El último con más motivo si cabe después de la grandiosa y homónima serie televisiva de finales de los setenta de la BBC. La historia no resuena en las aulas universitarias, ¡ruge en las pantallas! Bueno, una versión novelada de la misma. Reitero, imposible enfrentarse a un mito.


El inolvidable Derek Jacobi como Claudio. Fuente: Valenciaplaza.com

La novela histórica no tiene como público objetivo al historiador, sino al interesado por la historia de la novela y a los aficionados a la evocación histórica. Que ¡ojo!, un historiador también puede serlo. Pero, reitero, no nos hagamos líos.

Quizá lo más interesante de la novela histórica es que, a poco que pensemos, habla más de nosotros mismos que del periodo histórico, siempre crítico y fascinante, que le sirve de coartada para la historia ficticia. Dicho más claro, las novelas históricas nos permiten evadirnos del presente y reflexionar sobre el mismo de manera menos dolorosa y personal. 

Creo que una de mis labores como historiador es servir a la sociedad en la que me incluyo. Es necesario estar atento a qué lee la gente y sacar mis conclusiones para orientar mejor mi mensaje como, ahora sí, historiador. Antes de rechazar tenemos que reflexionar. 

Si tienes o quieres aportar algo te esperamos en comentarios. 

¡Buena feria!

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo en todo menos en que Marco Antonio es indefectiblemente interpretado por actores americanos. Richard Burton es británico, y James Purefoy también. Por poner dos ejemplos.
    Un saludo cordial.

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    Respuestas
    1. ¡Hola Carlos! Lo primero agradecerte y mucho tu respuesta. Nos encanta leeros. Efectivamente, debería haber sido más específico diciendo que "los grandes Marco Antonio para mí son norteamericanos" Estaría bien escribir un artículo "Marco Antonio: del teatro al cine". ¡Saludos!

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