Reseña de Desperta Ferro Arquelogía e Historia Nº 8. Ricos en Roma.
Portada del Nº 8. Fuente: Arqueología e Historia |
Cuento todo esto no por "hablar de mi libro", sino porque a muchos os pasará como a mí. La imagen que tenemos de Roma -y más de sus ricos- no salió de las aulas, sino de aquellos grandes televisores donde podías poner una gitana y un toro "como estaba mandao". Esas míticas tardes de verano con "una de romanos"... Por tanto, me parece un gran acierto que Desperta Ferro Arqueología nos de la visión histórica del asunto para poder contextualizar.
Abre fuego el profesor de Arqueología e Historia del Arte D. David Vivó Codina con un magnífico artículo titulado Entre Catón y Lúculo, De los mores maiorum al luxus asiaticus. En él se nos explica cómo los romanos hablaban de decadencia, crisis moral y abandono de sus costumbres ancestrales, los mores mairoum, en la que se veían inmersos. Casi todos los autores romanos creen que la causa de ello es la conquista del Mediterráneo oriental y la adopción de los usos y costumbres helénicos, que vinieron acompañados por la avaritia, el strupum, la ebrietas, la gula o la molitia. Salustio no sigue esta senda del origen oriental de la crisis y lo achaca a la destrucción de Cartago, enemigo ancestral de Roma, pero contrapeso moral de los romanos. Y a mí que este debate me suena en la actualidad...
La manera de entender la riqueza por parte de los romanos no era la misma que la nuestra. Ellos distinguían, muy acertadamente, entre el luxus y la magnificiencia. Si la primera era reprobable y símbolo de desenfreno y libertinaje, la segunda era sinónimo de suntuosidad y esplendor. El truco venía en quien fijaba qué era luxus y qué magnificencia. Porque en Roma la línea de gasto público y privado era extremadamente delgada; por tanto si el gasto era para el pueblo, el rico era magnífico, pero si lo hacían de manera privada era luxus.
El catedrático Francisco Pina nos brinda su excelente artículo Los políticos y el dinero en la Roma Republicana. El caso de Cicerón. En él se ahonda en un aspecto del anterior artículo. La política en Roma era para aristócratas, para ricos, pues ellos tenían los recursos necesarios para ellos, a la vez que retroalimentaban sus patrimonios en la práctica política. Aunque esto también os suene, os recuerdo que hablo de Roma... Ejemplo perfecto de ello es Cicerón. El filosofo rechazaba el apego a la opulencia y decía aquello de que no era más rico quien más tenía, sino quien más sabía. Que luego se dedicara a lucrativos negocios es arena de otro costal...
Francisco Pina titula un epígrafe de su artículo Cicerón y el dinero: una visión neoliberal. Debo reconocer que estas etiquetas actuales no me terminan de gustar, aunque, en este caso, le viene como anillo al dedo a Cicerón. Este abogaba por una desigualdad natural entre ricos y pobres, al igual que los había más inteligentes y menos. La base de la estabilidad social era que todos aceptaran dicha desigualdad y asumieran sus funciones dentro de la sociedad. La función principal del Estado era la defensa de la propiedad privada para que los individuos atesoraran más riquezas. Por tanto, cualquier idea de redistribución de la riqueza era una violación de las normas de convivencia de la sociedad y una ruptura de las leyes naturales.
El también catedrático Joaquín Ruiz de Arbulo Bayona firma el artículo Del bolsillo de los ricos. Los orígenes del evergetismo romano y su perduración imperial, que bien se podría haber titulado Cómo la guerra fue siempre un gran negocio. Los botines de guerra (manubiae), eran repartidos de forma equitativa, según grados, entre el ejército. Evidentemente gran parte de este botín recaía en el imperator y el magistrado que habían llevado a cabo la campaña. Luego éste utilizaría parte de lo ganado en la construcción de grandes templos, cumplir promesas electorales o la celebración de grandes fiestas para el pueblo.
Marta García Morcillo firma el artículo Caídos en desgracia. Deudas, patrimonio e infamia en la Antigua Roma, donde se nos muestra cómo los romanos fueron grandes innovadores financieros en la búsqueda de soluciones para el problema de la deuda privada.
El Doctor Lluís Palahí firma el artículo Vida de campo. El lujo y el ocio en las villas romanas. En él me han quedado dos cosas muy claras. Lo primero, que Obélix no tenía razón al decir que los romanos estaban locos, y lo segundo es que quiero una villa romana. Las villas romanas evolucionaron de hacienda agrícola productiva a un espacio residencial privilegiado y lujoso donde los romanos se dedicaban al ocio que no es mirar al techo, sino dedicarse a la meditación, la filosofía o la literatura. La villa era el retorno al campo, la vida sencilla y la huida del ruido de la ciudad.
Jerry Toner nos ofrece una panorámica sobre el mundo de los esclavos en su artículo Uso y abuso de los esclavos en la Antigua Roma. En primer lugar, como objetos sexuales, tanto hombres como mujeres. Asociados a estas prácticas estaban los embarazos no deseados, con los cuales la clase alta bromeaba, si bien algunos de estos hijos ilegítimos fueron tratados con generosidad por parte de su padre. También se refleja la existencia de esclavos que fueron utilizados de profesores y de gran ascendencia sobre sus pupilos. Como no, también se refleja la extrema dureza con la que algunos eran tratados o de cómo algunos consiguieron la ansiada libertad después de una vida de servicio.
La historiadora Lindsey Vandevoorde nos ofrece su Trimalción y el arquetipo del liberto enriquecido. Los augustales y su lugar en la economía romana. Trimalción es un personaje de la obra de Petronio El Satiricón; esta obra ha sido utilizada para pergeñar una imagen sobre los augustales que, según la autora, se aleja de la realidad presentando a estos como profesionales vinculados a la tierra y al comercio, si bien disponemos de poca documentación que alabe esta tesis. Tenemos testimonios de los augustales como comerciantes, médicos, manufactureros y constructores en una estrategia para incluirse, mediante la diversificación, en la sociedad romana.
El número ocho se cierra con el trabajo conjunto de Juana María Huélamo y Josep María Solias titulado El banquete romano y sus excesos. En él se relata cómo eran estos banquetes, la gastronomía y las delicatessen que se servían. Quedémonos,como final, lo último que se decía en los mismos. Carpe Diem, quam minimun credula postero, o lo que es lo mismo, "Aprovecha el día, no confíes en el mañana" .
Un saludo a todos.
Abre fuego el profesor de Arqueología e Historia del Arte D. David Vivó Codina con un magnífico artículo titulado Entre Catón y Lúculo, De los mores maiorum al luxus asiaticus. En él se nos explica cómo los romanos hablaban de decadencia, crisis moral y abandono de sus costumbres ancestrales, los mores mairoum, en la que se veían inmersos. Casi todos los autores romanos creen que la causa de ello es la conquista del Mediterráneo oriental y la adopción de los usos y costumbres helénicos, que vinieron acompañados por la avaritia, el strupum, la ebrietas, la gula o la molitia. Salustio no sigue esta senda del origen oriental de la crisis y lo achaca a la destrucción de Cartago, enemigo ancestral de Roma, pero contrapeso moral de los romanos. Y a mí que este debate me suena en la actualidad...
La manera de entender la riqueza por parte de los romanos no era la misma que la nuestra. Ellos distinguían, muy acertadamente, entre el luxus y la magnificiencia. Si la primera era reprobable y símbolo de desenfreno y libertinaje, la segunda era sinónimo de suntuosidad y esplendor. El truco venía en quien fijaba qué era luxus y qué magnificencia. Porque en Roma la línea de gasto público y privado era extremadamente delgada; por tanto si el gasto era para el pueblo, el rico era magnífico, pero si lo hacían de manera privada era luxus.
El catedrático Francisco Pina nos brinda su excelente artículo Los políticos y el dinero en la Roma Republicana. El caso de Cicerón. En él se ahonda en un aspecto del anterior artículo. La política en Roma era para aristócratas, para ricos, pues ellos tenían los recursos necesarios para ellos, a la vez que retroalimentaban sus patrimonios en la práctica política. Aunque esto también os suene, os recuerdo que hablo de Roma... Ejemplo perfecto de ello es Cicerón. El filosofo rechazaba el apego a la opulencia y decía aquello de que no era más rico quien más tenía, sino quien más sabía. Que luego se dedicara a lucrativos negocios es arena de otro costal...
Promocional de Spartacus. Blood and sand. Fuente; La trama y el desenlace. |
El también catedrático Joaquín Ruiz de Arbulo Bayona firma el artículo Del bolsillo de los ricos. Los orígenes del evergetismo romano y su perduración imperial, que bien se podría haber titulado Cómo la guerra fue siempre un gran negocio. Los botines de guerra (manubiae), eran repartidos de forma equitativa, según grados, entre el ejército. Evidentemente gran parte de este botín recaía en el imperator y el magistrado que habían llevado a cabo la campaña. Luego éste utilizaría parte de lo ganado en la construcción de grandes templos, cumplir promesas electorales o la celebración de grandes fiestas para el pueblo.
Marta García Morcillo firma el artículo Caídos en desgracia. Deudas, patrimonio e infamia en la Antigua Roma, donde se nos muestra cómo los romanos fueron grandes innovadores financieros en la búsqueda de soluciones para el problema de la deuda privada.
El Doctor Lluís Palahí firma el artículo Vida de campo. El lujo y el ocio en las villas romanas. En él me han quedado dos cosas muy claras. Lo primero, que Obélix no tenía razón al decir que los romanos estaban locos, y lo segundo es que quiero una villa romana. Las villas romanas evolucionaron de hacienda agrícola productiva a un espacio residencial privilegiado y lujoso donde los romanos se dedicaban al ocio que no es mirar al techo, sino dedicarse a la meditación, la filosofía o la literatura. La villa era el retorno al campo, la vida sencilla y la huida del ruido de la ciudad.
Reproducción de villa romana que ilustra uno de los artículos del número que nos ocupa. Fuente; Arqueología e Historia |
La historiadora Lindsey Vandevoorde nos ofrece su Trimalción y el arquetipo del liberto enriquecido. Los augustales y su lugar en la economía romana. Trimalción es un personaje de la obra de Petronio El Satiricón; esta obra ha sido utilizada para pergeñar una imagen sobre los augustales que, según la autora, se aleja de la realidad presentando a estos como profesionales vinculados a la tierra y al comercio, si bien disponemos de poca documentación que alabe esta tesis. Tenemos testimonios de los augustales como comerciantes, médicos, manufactureros y constructores en una estrategia para incluirse, mediante la diversificación, en la sociedad romana.
El número ocho se cierra con el trabajo conjunto de Juana María Huélamo y Josep María Solias titulado El banquete romano y sus excesos. En él se relata cómo eran estos banquetes, la gastronomía y las delicatessen que se servían. Quedémonos,como final, lo último que se decía en los mismos. Carpe Diem, quam minimun credula postero, o lo que es lo mismo, "Aprovecha el día, no confíes en el mañana" .
Un saludo a todos.
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