Europa utilitaria. Europa sin alma.
Los que me conocen, o leen el blog el blog desde hace algún tiempo, me habrán
oído hablar de una crisis muy diferente a la que normalmente ocupa las portadas
de los periódicos. Sin quitarle un ápice de dureza y de importancia a la misma,
tras la crisis económica se esconde otra
de proporciones tan catastróficas y dolorosas como la primera. Me refiero, como
no podía ser de otra manera, a la crisis cultural.
Llevamos décadas
primando los saberes útiles, sobre otros supuestamente inútiles. El latín ha desaparecido
de nuestras aulas de bachillerato, y el griego es considerado una rareza a
medio camino entre lo freak y lo
pedante. No hablemos ya de la música, la danza o las bellas artes en general,
barridas sin compasión desde el principio. Así, demos historia en inglés, que
ya que no sirve para nada, que al menos los chavales aprenderán un idioma. Filosofía...
no seamos “perroflautíes”, y pongamos a los profesores de tan absurda materia a
dar clase de economía. Ya que les pagamos, que hagan algo útil, parecen
pensar.
La consecuencia de todo esto para mi es obvia. No formamos personas, y mucho menos ciudadanos. Creamos individuos
productivos para la sacrosanta economía de mercado. Y en
ello no vería nada malo si no solo se formara a ese individuo en ese aspecto
tan concreto. No lo digo yo, lo dice uno de los más reputados expertos en
educación, sir
Ken Robinson. Por supuesto esto no es un ataque a la economía o a cualquier
rama de la ciencia. El mundo iría un poquito mejor, cosa no muy difícil, si el
ciudadano medio tuviera más nociones de ciencias. La de problemas que nos hubiéramos
ahorrado.
La escuela de Atenas. Rafael Sanzio (1510-1512). Fuente: Wikipwedia. |
¿Pero que ocurre cuando
a la gente solo se le forma en aspectos supuestamente útiles? Simplemente que
les quitamos el alma, la humanidad, la ciudadanía. Y nos llevamos las
manos a la cabeza cuando nos encontramos con gente que abraza los extremismos.
Sesudos debates de por qué un ciudadano francés, nacido y educado en el corazón
de Europa, decide que la vida tiene menor valor que sus creencias
religiosas, y nadie habla de educación.
Leemos
asombrados que en más de 200 colegios de dicha nación se produjeron
disturbios tras los atentados porque, ¡oh, sorpresa!, como dice el director de
uno de estos centros “No todos los
alumnos entienden que, en una República laica, tenemos derecho a expresarnos
libremente y a criticar una religión”. Y no lo entienden porque nadie nunca
se lo explicó. Ahora las prisas, ahora las políticas atropelladas, y se crea
una asignatura educación “moral y cívica”. Como si esto de la educación se
hiciera de un día para otro. Tras años de derribo del pensamiento crítico, científico y
humanístico, pretendemos tener la solución instantánea cual Nescafé.
Retrato de Erasmo de Rotterdam por Durero (1526). Fuente: Arte inútil. |
Hablamos constantemente de la necesaria regeneración democrática, y a nadie
se le ha pasado por la cabeza que ésta pasa necesariamente por un conocimiento
básico del funcionamiento de nuestras instituciones, por la creación de un
espíritu crítico basado en un conocimiento humanístico, y, por supuesto,
científico. Nos dejaron a los pies de la
demagogia de todos los políticos y de los radicalismos más extremos sin un
argumentario, sin un pensamiento crítico que sirva de contrapeso a ello. Y
ahora los lloros y el rechinar de dientes.
Bajen, bajen al bar de la esquina y pregunten por Cicerón, Aristóteles,
Hume, Locke, Unamuno o Erasmo. Vayan a una universidad, a un instituto y hagan
la misma pregunta. Como mucho les dirán que el tal Erasmo es el que reparte
becas. ¿Y es culpa de ellos? ¿Alguien puede sostener, con un mínimo de criterio, que esto es culpa de nuestros alumnos? Hemos
cambiado a Cicerón y Baltasar Gracián por Paulo Coelho, filosofía de
mercadillo, del todo a cien. Eslóganes vacíos, premisas simplistas
ofertadas a cantidades industriales en los anaqueles de las librerías.
Nos bombardean diciendo
que somos ciudadanos, que somos demócratas. Vuelvan al bar o a las aulas y pregunten
qué es realmente eso. Hablamos de derechos
ciudadanos, y no sabemos ni definirlo de
manera coherente, al igual que no sabemos definir qué es democracia, y
mucho menos sabemos sabemos responder a preguntas tan simples como ¿dónde nació la democracia? ¿De qué manera? ¿Y el término
ciudadano? ¿Cómo podemos ser algo que ni
siquiera sabemos lo que es? Igualmente preocupante... ¿cómo demonios vamos a saber quienes somos si no conocemos a quienes nos precedieron? ¿A tanto llega la egolatría del hombre del siglo XXI como para despreciar e ignorar a los millones de personas que nos precedieron durante miles de años? Nacimos por generación espontánea, el pasado es tierra quemada y el presente lo gastamos buscando un futuro tan idílico como incierto.
Portulano de 1541. Fuente: Wikipedia. |
Los de “ciencias”, término que odio porque
entiendo al hombre como los humanistas, porque no concibo a una persona
completa siendo un analfabeto de ciencias o humanidades, nos dirán que en su campo tampoco anda la cosa mucho mejor. Que la
gente cree en pulseras magnéticas portentosas, en “petisuises” maravillosos con
bacterias milagrosas o en colágenos regeneradores capaces de transformar una
persona de 50 años en un jovencito de veinte. Que la gente confunde ciencia con
tecnología, y tienen toda la razón.
Tenemos que trabajar juntos. El hombre no es de ciencias ni de letras, el
hombre es hombre y todo saber es necesario si queremos una sociedad mejor.
Por eso me preocupa mucho la mercantilización de la educación, de las universidades. En el libro de Nuccio Ordine La utilidad de lo inútil, se recogía un artículo de Abraham Flexner en el que podíamos leer:
Por eso me preocupa mucho la mercantilización de la educación, de las universidades. En el libro de Nuccio Ordine La utilidad de lo inútil, se recogía un artículo de Abraham Flexner en el que podíamos leer:
Las universidades han sido reorganizadas al punto de
convertirlas en instrumentos al servicio de quienes profesan un particular credo
político, económico o racial. De vez en cuando, un individuo irreflexivo en
algunas de las pocas democracias que restan en el mundo, pretende incluso
cuestionar la importancia fundamental de que la libertad académica se mantenga
absolutamente irrestricta. El enemigo real del género humano no es el pensador
audaz e irresponsable, tenga o no razón. El enemigo real es quien trata de
moldear el espíritu humano de manera que no se atreva a desplegar sus alas,
como estas se desplegaron en otro tiempo en Italia y Alemania.
El mercado, como le
corresponde, cambia y muta. La base de la educación debe permanecer estable. Ya lo decía en la
entrada En torno a leyes y modelos educativos. Una
pequeña reflexión.
¿Profesionales de qué? ¿Cuáles serán esas aptitudes y
conocimientos que nos ayudarán en el futuro? Nadie puede prever cómo será el
mercado laboral en un futuro a medio plazo, y mucho menos cuáles son los
conocimientos que el sacrosanto mercado demandará. Toda polémica en torno a
temarios, becas u otras cuestiones (aunque evidentemente de enorme
importancia), pasan a un segundo plano por una razón muy simple; absolutamente
todas las leyes y planes educativos que nazcan bajo estos presupuestos de
utilitarismo nacen muertos, ya anticuados antes incluso de ser aprobados por
cualquier parlamento.
A modo de resumen o reflexión final: necesitamos educación, necesitamos saberes humanísticos y científicos. Necesitamos espíritu crítico, universidades, colegios o institutos de estudios. Nos jugamos la vida, la convivencia pacífica entre ciudadanos y países con diferentes religiones y culturas, la salud de nuestras democracias, la felicidad de las personas y eso no tiene precio. Francia lo ha sufrido en carnes propias, no persistamos en el error.
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