Cómo investigar en archivos y bibliotecas americanos: una guía para no perderse en el intento.

 Hola a todos:

Si hay una cosa de la que me siente orgulloso es de los amigos que me rodean. Grandes personas que es un lujo escuchar. Podría estar horas escuchando, aprendiendo de su sapiencia. Alegran, confortan y te abren mundos de conocimiento. Entre ellos está mi "compadre", el Dr. Juan Jiménez Castillo, autor de la tesis "La reconfiguración política de los reinos de las Indias: la transfiguración del poder virreinal en el Perú (1674-1689)". Os animo a leerla, es espectacular. No es pasión de amigo, ya me daréis la razón si os animáis a ello. 

Hoy tengo el placer de presentaros un texto del citado Juan Jiménez, fruto de su experiencia en los archivos americanos. Canela fina de la buena. Sin más os dejo con su texto.

Un saludo a todos.

La imagen idílica del historiador o arqueólogo que nos ha retratado el cine (Indiana Jones, entre otros), tiene muy poco que ver con la realidad que vivimos aquellos que nos dedicados desapasionadamente a la Historia. Si bien vivimos “aventuras” que nos llevan a diferentes países y culturas, por otro lado la soledad, la reflexión y la búsqueda -siempre la eterna búsqueda- es lo que nos identifica, llevándonos por derroteros inexplorados para aquellos que no van con pre-juicios. Ahora bien, cuando un historiador, iniciado o no, comienza una andadura por las Américas (Nuevo Mundo para aquellos melancólicos imbuidos por la nostalgia), la incertidumbre cotidiana a la que estamos expuestos cada uno de nosotros se multiplica en exceso, hasta convertir la agonía en un vicio al cual te acabas mal-acostumbrando. Realizar una investigación en archivos y bibliotecas de los diferentes países hispanoamericanos no solo supone un reto al que cada historiador se ve sometido en su nueva investigación, sino que puede acabar por convertirse en una odisea con cantos de sirenas, en la que si no partes con prevenciones o un kit de supervivencia, tu aventura puede terminar en fracaso. Por ello, esta guía pretende ser una orientación que haga de cicerone para aquello que debemos hacer, durante y después de nuestra estancia americana.

Ciudad de Cuzco. Archivo personal del Dr. Juan Jiménez Castillo.

1. Bucea y sumérgete en las profundidades. Decía Lucien Febvre, uno de los padres de la escuela francesa de los Annales, que el historiador no es el que sabe, sino el que busca. Eso es lo que identifica al que ejerce la Historia, aunque en numerosas ocasiones queda tan denostada por nuestra pereza. Una recomendación siempre advertida pero que pocas veces se lleva a la práctica, es buscar en internet o escribir un email (¡estamos en el siglo XXI!) a los archivos y bibliotecas, tanto públicos como privados, que queremos visitar. Esto es esencial por dos motivos. Primero, para ahorrarte la maraña burocrática que tienen algunos organismos estatales, los cuales dado el nivel de desconfianza de estos países (de ahí en gran parte su pobreza), requieren de un procedimiento previo bastante engorroso que te puede llevar a serias dificultades. No obstante, es posible que te ocurra lo contrario y tengas acceso a la consulta de documentación inédita sin ningún tipo de certificado o carta de recomendación, dada la simpatía del archivero, suceso que en pocas ocasiones ocurre. En segundo lugar, el email enviado te puede condicionar tu viaje de investigación hasta extremos insospechados, pues con bastante frecuencia la documentación que quieres consultar no se encuentre en el lugar que debería estar (¡cuántas veces nos ocurre esto a nosotros!), a pesar de haber encontrado una referencia o cita que lo indicara en un libro de texto. Somos historiadores, pero ante todo, ¡somos humanos!, y no solo podemos equivocarnos, sino que el azote del tiempo, la mala conservación y los cambios políticos que se dan en estos países, en numerosas ocasiones afectan a la búsqueda de tus objetivos. Por ejemplo, este año durante mi estancia en Lima tuve serias dificultades para acceder al Archivo General de la Nación. Éste se encuentra ubicado en el centro de la capital, justo al lado del Palacio de Gobierno. La grave situación política y el descontento social al nuevo presidente, movilizaron constantemente a la población en protestas y huelgas que acabaron con la vida de varias manifestantes. Las zonas cercanas al archivo han quedado custodiadas por el ejército y la policía nacional, así que, en ciertas ocasiones nos vemos como reporteros de guerra de tiempos pasados. De igual manera, puede ser que el archivo que quieras consultar tenga la documentación digitalizada, y podrías haber cruzado “el charco” para nada. Muchos archivos estatales y regionales (Archivo General de la Nación de Bogotá, o el de Cartagena de Indias) han digitalizado gran parte de sus fuentes, por lo que ¡asegúrate antes de partir!

Biblioteca Municipalidad de Lima. Archivo personal del Dr. Juan Jiménez Castillo.

2. Tener a un director, nunca está demás. Si vas a trabajar con fuentes primerias lo más recomendable es que te asocies a una universidad de tu lugar de destino y te comuniques con un profesor que te dirija la estancia. Esto es algo sencillo y, por lo general, las universidades americanas acogen con gratitud a los investigadores extranjeros. Este hecho no solo te pueda ayudar al acceso de archivos y bibliotecas, sino que siempre es recomendable dejarse asesorar por alguien del lugar. Conocen las referencias, el personal y pequeños tesoros que a uno le pueden pasar desapercibido. ¡Ah! Y por cierto, ¡déjate llevar, conoce a gente y abre tu mente! La mayor parte de los grandes descubrimientos se hacen por entablar confianza y, a veces hasta amistad, con investigadores locales, profesores de universidad, o incluso, párrocos. No olvides que si estudias el Antiguo Régimen, las fuentes parroquiales son ¡fun-da-men-ta-les! Así que, ¡olvida el pre-juicio y ábrete al juicio! El descubrimiento de la América hispánica está solo para aquellos que quieren encontrarla. Además de la rica documentación que encuentres, establecerás estrechos lazos que, en algunas ocasiones, serán para toda la vida. Esto último es una grata experiencia que vale más que cualquier tesoro archivístico enterrado en las marañas de polvo y la carcoma del tiempo.

3. Material indispensable para la batalla. Cuando se va a un archivo, y más en estos casos por la distancia, el historiador lucha con dos enemigos invisibles: el tiempo y el espacio (virtual). Un período de investigación en “las Américas” puede resultar o muy productivo o catastrófico al no encontrar lo esperado. En éste último caso, no tendrás que preocuparte de las dos variantes anteriores, pero si encuentras material, debes prepararte para la guerra. Todos conocemos la diversa y, a veces, anacrónica política horaria que llevan los archivos y bibliotecas. Según la administración, apenas unas horas de atención al público son suficientes para atender la demanda de unos jóvenes (y no tanto) doctorandos que están ansiosos de devorar siglos de Historia. Este es un factor con el que hemos, estamos y tendremos que batallar en nuestro devenir. Por ello y, por el espacio que puedan ocupar tus documentos, prepara un buen equipo informático. Libros, libretas, lápiz, etc., nunca está demás, ya que siempre hay alguna política “inesperada” que te prohíba la entrada de teléfonos móviles o computadoras. De lo contrario, libera de espacio tu cámara de fotos, lleva una memoria externa vacía para incorporar tu material y pásate las horas que puedas sacando fotos y material de consulta. ¡Ojo! En los archivos que te permitan hacer esto, saca todo lo que puedas, la información que tenías prevista y más, dado que nunca sabes cuándo vas a poder regresar y si te podrá servir para futuras investigaciones. Guarda y haz copias de la documentación en todos los lugares que puedas, memorias, nube, etc., nunca es suficiente cuando se trata de las bases que van a componer tu investigación, al igual que tu inversión en tiempo y dinero si lo pierdes…

Biblioteca privada del Convento de San Francisco (Cuzco).
Archivo personal del Dr. Juan Jiménez Castillo.
4. Donde fueres, haz lo que vieres. Si algo bueno tiene el refranero español, es que se equivoca menos que el hombre del tiempo, algo no muy difícil por el contrario. El desconocimiento siempre provoca dos cosas: miedo e inquietud. ¡Y, sobre todo, prejuicios, muchos prejuicios! Ciertamente, llegar a la Ciudad de Lima, México o Bogotá, puedan parecer para un europeo medio llegar a otro mundo. El caos, la contaminación, el acoso al extranjero por parte de taxistas, o mercaderes ambulantes provoca en primer lugar rechazo. Esto es algo connatural al ser humano. Ahora bien, recomiendo que tras el impacto y una meditación sosegada tras los primeros días, reflexionen y no continúen viviendo en la burbuja europea-occidental. En las diferentes veces que mi investigación me llevó al Perú y Colombia, aprendí que la mejor forma, barata, segura y, hasta en ciertas ocasiones- rápida son los medios de transporte que utilizan los locales, los mejores restaurantes aquellos más abandonados y las mejores amistades las que no te piden más de lo que puedes dar. Esto si lo aplicamos a la investigación tiene resultados muy satisfactorios, pues en el duro tránsito de la indagación doctoral, los mejores descubrimientos son aquellos que exploramos por primera vez, archivos que, en principio, nada tenían que ver con nuestra investigación y bibliotecas que apenas tenían libros, pero que custodiaban grandes manuscritos. Muchas veces nos empeñamos por investigar documentos ya analizados por una maraña de investigadores, cuando otras fuentes están esperándonos…solo hay que tener paciencia y trabajo.

5. ¡No intentes ahorrar! Todos sabemos del dicho “lo barato sale caro”, y bien caro. Cuando vas a investigar a un país de Hispanoamérica lo mejor es seguir las recomendaciones y, sobre todo, no escatimar en gastos, siempre dentro de lo posible. La investigación requiere de esfuerzo y, ésta, se alimenta de descanso, por lo que elige bien la zona donde te vas a quedar a vivir. Esto puede parecer secundario, pero será determinante para hacer que tu estancia de investigación sea un éxito o un fracaso. Por lo general, reside allí donde el turismo impere, tendrás todo a mano, supermercados, bares, centros de ocio, seguridad, tranquilidad -dentro de las posibilidades que un país latinoamericano ofrece- y un paisaje ameno y limpio. Igual ocurre para los archivos, si accedes a zonas poco transitadas por tus fuentes, ve acompañado de alguien y siempre avisa de tu llegada previamente. Esto te ahorrará muchos inconvenientes, como verte aislado y ser una víctima fácil en aquellos barrios más humildes y sumidos en la necesidad.

6. SOS, última llamada de emergencia. Si bien es más que recomendable viajar con seguro médico, lo mismo ocurre con que avises de tu llegada, pero ¿a quién? Comúnmente, estas estancias de investigación se suelen asociar a un viaje de turismo u ocio…¡y qué más quisiéramos! El trabajo es arduo, las condiciones no son las mejores y encima, no tenemos tiempo para viajar. Con esto me refiero a que por lo general, cuando viajamos lo hacemos para el disfrute personal, por lo que nunca pensamos en alertar de nuestra presencia, precisamente porque queremos desaparecer de nuestra cotidianidad, al menos por un rato. No obstante, cuando haces una estancia prolongada, de tres a seis meses o más, es muy recomendable avisar a la Embajada de tu país. Y no es baladí. No solo es seguro, sino necesario. Además, te puedes llevar gratas sorpresas. En mi última estancia en Lima fui invitado a un acto cultural por la Embajada de Bélgica para dar un discurso a los universitarios peruanos de nuevo ingreso en las universidades belgas. Esto no solo me proporcionó nuevos contactos con el embajador y sus asistentes, sino que me abrieron las puertas para organizar seminarios de investigación, además de tener un centro cultural donde anunciar mis principales investigaciones a la comunidad académica del lugar. Las ocasiones las pintan calvas y hay que cogerlas por los pelos, dice un dicho, así que aprovecha y no derroches solo tu estancia para la investigación.

Archivo General de la Nación Colombia. Archivo personal del Dr. Juan Jiménez Castillo.

7. ¡Ábrete sésamo! La investigación se puede hacer muy dura, y aún más si te encuentras desorientado tanto en lo personal como en lo académico. Por ello, siempre es bueno que establezcas relaciones con los distintos departamentos y universidades del país. Haz todo lo posible porque te conozcan, manda emails, preséntate en las universidades, invierte parte de tu tiempo en conocer a profesionales que siempre te darán más de lo que tú les puedas ofrecer. Aplica esto a los archivos y bibliotecas. La escasa diferencia que existe entre la administración pública y la gestión personal, hace que una buena sonrisa de tu parte te pueda abrir las llaves de la documentación. Esto ocurre por ejemplo en el actual Perú, donde en el Archivo General de la Nación solo te dejan consultar cinco documento al día. ¡Imagínate la cara que se te queda después de hacer 10.000 km y 12 horas de avión! Ciertamente, es una regla que se cumple y se hace cumplir pero no siempre. En casos excepcionales y justificados, podrías acceder a una consulta más amplia y detallada, pero siempre con buena voluntad. Segunda recomendación es que viajes dentro de lo que puedas y consultes archivos privados, eclesiásticos y civiles, lugares lejanos, donde la fortuna te pueda mostrar su mejor rostro. Solo a los valientes y atrevidos les estarán abiertas las puertas del cielo y para ellos la gloria y la fama. Por último, mantén el contacto con las personas conocidas. Tu estancia no termina cuando coges el avión de vuelta, sino que se prolonga a lo largo de toda tu vida. Los mejores documentos no solo se encuentran en los archivos y bibliotecas, sino en el corazón y la buena voluntad de las personas con las que tropiezas en el camino. Como decía el poeta, “caminante, no hay camino, se hace camino al andar”. Ahora, ¡prepara tu maleta y échate a andar! La Historia te está esperando…



Comentarios

Entradas populares