En defensa de las bibliotecas y archivos. Una reflexión a través de "Quemar libros" de Richard Ovenden.

 Hola a todos:

Nunca he ocultado que este blog tiene mucho de bitácora personal de todos los que lo componemos. Aquí se reflejan nuestras lecturas, nuestros intereses y nuestras locuras con la esperanza de encontrarnos con otros que sabemos que están tan "chalados" como nosotros. Cuando el ambiente anima a buscar la confrontación, la diferencia y el desprecio por el otro, la cultura y la Historia se nos relevan como el refugio para todos aquellos que buscamos empatizar con nuestros semejantes, incluso desde la disensión, dialogar y encontrarnos. 

Un buen ejemplo de este encuentro entre todos es el tema que os traigo hoy como lo es la conservación de los libros y los archivos a lo largo de la historia. Cualquier demócrata, por encima de ideologías y credos, debe defender con uñas y dientes la preservación de sus bibliotecas y archivos. Es algo que nos une y nos define frente a las dictaduras de todo pelaje y condición. 

Captura de pantalla de Instagram. La biblioteca de los locos.


Leer el libro de del bibliotecario Richard Ovenden Quemar los libros. Una historia de la destrucción deliberada del conocimiento, es un experiencia aterradora que te pone frente a la evidencia de la destrucción sistemática y constante a lo largo de la historia de los archivos y bibliotecas. Desde la destrucción de la mítica Biblioteca de Alejandría hasta la devastación de archivos en Irak, pasando por las consabidas purgas nazis, de la Stasi comunista alemana, o la ignominiosa quema intencionada de la Biblioteca de Sarajevo. Uno llega a dos conclusiones, la primera que es casi un milagro todo lo que aún conservamos y a la vez la enorme cantidad de archivos y libros que se han perdido para siempre de manera irreversible. Es aterrador. 

Por mi formación de historiador el presente artículo debería centrarse en comentar más en profundidad sobre lo comentado en el párrafo anterior, pero permitidme que mire al presente y al futuro de la conservación de libros y archivos basándome en el texto de Ovended. Para empezar llamar la atención que la destrucción de libros y archivos, como constante histórica, seguirá ocurriendo y que debemos poner todo nuestro empeño en, al menos mitigar, las destrucciones del futuro

Incendio de la biblioteca de Sarajevo en 1992 producido por los bombardeos intencionados de las tropas serbias. En el intento de sofocar las llamas todos los habitantes de la ciudad, independientemente de su origen o credo, salvaron lo que pudieron bajo el asedio de francotiradores que hicieron lo posible por impedirlo.
Fuente: RTVE

Que la destrucción de los libros provienen no solo de guerras o destrucciones sistemáticas sino también del abandono de los mismos por falta de financiación de archivos y bibliotecas. La crisis mundial del 2008 ha redujo las partidas destinadas a dicho cuidado de manera drástica en todos los países. Por ejemplo en Gran Bretaña, primerísimo mundo, ha cerrado cientos de bibliotecas y otras muchas funcionan con voluntariado. 

¿Por qué debemos invertir en bibliotecas y archivos? Es una pregunta que los adeptos al utilitarismo mal entendido a buen seguro se harán. Sin ser exhaustivo podemos enumerar algunas.

  • Su papel primordial en la educación de una sociedad. Piensen en que no todos los alumnos pueden comprar libros o tener acceso a internet. La omnipresente y puñetera pandemia puso de relieve la brecha digital y el diferente acceso a la cultura en un país como España. No solo estudiantes, gente sin recursos cuya única conexión con la red y el conocimiento es a través de las bibliotecas. Cada vez que cerramos una biblioteca la brecha social crece. La biblioteca como escudo social al que no podemos renunciar.
  • La biblioteca como espejo de verdad, donde podamos acudir a contrastar fuentes. 
  • La biblioteca como arma contra el pensamiento único, uno de los riesgos muy reales de nuestro mundo.
  • La biblioteca como respaldo de nuestra identidad personal y colectiva. Somos lo que somos por obra y gracia de los que nos precedieron. Perder dicha memoria haría de nosotros seres infantilizados sin pasado en un presente que no podemos calibrar en su justa medida y con un futuro aún más incierto. Cuando una biblioteca o archivo arde o desaparece, con ello lo hace una parte de nosotros.
Si las bibliotecas y archivos son los depositarios del conocimiento y de la memoria colectiva debemos convenir que actualmente esta no reside solo en los "papeles". Posiblemente esta es la parte más aterradora del libro de Ovenden, llamar la atención sobre que dicho conocimiento y memoria se desarrolla en la actualidad de manera digital. Esta se halla en manos de unas pocas empresas tecnológicas cuyo fin último no es la conservación de todo lo que hay en la red, sino el beneficio económico. Algo lógico por otra parte. 

Los humanistas y científicos del futuro tendrán, inevitablemente, que escribir sobre el siglo XXI basándose en todo lo que estamos volcando en páginas web o redes sociales. Pensemos que los gobiernos actuales centran ahora su labor burocrática en archivos o páginas web. Tampoco se nos debe escapar que muchos políticos  utilizan de manera habitual las redes sociales como medio de interacción con su ciudadanía. Hacer desaparecer un tuit o un documento es ahora más fácil que nunca a golpe de ratón. No solo eso, pensad en enlaces que dejan de funcionar o la obsolescencia de muchos formatos digitales.

Posiblemente una de las instantáneas más icónicas de la destrucción de libros. Recogida el 10 de mayo de 1933 en la Opernplatz de Berlín, los nazis queman miles de libros en lo que llamaron  "Acción contra el Espíritu antialemán". Fuente:DW.

¿Quién se encarga de guardar todo lo que volcamos en la red? Pues las bibliotecas y archivos, pero los costos económicos son inasumibles por una sola institución y necesitamos de la colaboración de las empresas tecnológicas y de una ley que proteja nuestra intimidad. Mientras escribo estas líneas miles de datos están siendo borrados, ya sea por razones técnicas, políticas o personales y otros tantos desaparecen por obsolescencia inherente al propio sistema.  La destrucción de nuestra memoria continúa de manera inexorable 

Poner en valor nuestras bibliotecas y archivos, lejos de ser un acto altruista, es un deber para con nosotros mismos y con las generaciones venideras. 

Un saludo a todos.

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