Humanidades digitales: ¿les afecta la neutralidad de red?

Cuando inventé la web no tuve que pedir permiso a nadie. Ahora, cientos de millones de personas la usan libremente. Temo que eso va a acabar en EEUU.
Tim Berners-Lee

Puede que alguno de ustedes se pregunte, al estar inmerso en un mundo laboral o académico que, a priori, es totalmente ajeno al tecnológico, que demonios es eso de la neutralidad de red. "Arte diabólica es" -dirá, torciendo el mostacho- "como todo lo que hacen esos ingenieros de teleco y otras gentes de mal vivir", puede pensar incluso. Pero lamento informarle de que, salvo que usted se comunique a través de palomas mensajeras e investigue exclusivamente leyendo legajos, le afecta; aunque, como a todos, ya se irá viendo de qué manera.

Obviamente Edward Gibbon, Menéndez Pidal o Huizinga no necesitaron de ordenadores para convertirse en grandes referencias sobre la antigua Roma o la edad media, pero a día de hoy temo que modificar el paradigma de acceso a la información a través de Internet -y la pérdida de la neutralidad de red no es más que eso- es un precio del que nadie puede pensar que está exento.
Adaptación de la bandera de Gadsden en contra de la pérdida de la neutralidad de red (Reddit)
Adaptación de la bandera de Gadsden en contra de la pérdida de la neutralidad de red (Reddit)
Todos los bits nacen y permanecen libres e iguales en derechos

Para empezar: ¿que es eso de la neutralidad de red? Es la filosofía en la que ha reposado el funcionamiento de Internet desde su nacimiento, conforme al cual "todos los bits nacen y permanecen libres e iguales en derechos". Y esta filosofía es la que permite que tengamos libre acceso a servicios que usamos tan a menudo: Google, Spotify, Netflix, Facebook, Twitter, Amazon, etc.

Poniendo las cosas en su contexto histórico, si bien el concepto no es bautizado hasta 2003 por parte de Tim Wu, su existencia tiene más de 150 años. Cuando EEUU estableció una legislación en junio de 1860 para regular las comunicaciones telegráficas entre los estados del Atlántico y del Pacífico, estableció que:
los mensajes recibidos por cualquier individuo, empresa o corporación, o por cualquier otra línea telegráfica que se conecte con la presente línea en cualquiera de sus terminaciones, se transmitirá con absoluta imparcialidad en el orden de llegada (de recepción), con la excepción de los despachos del Gobierno que tendrán prioridad.
Conforme al principio regulatorio de la neutralidad de red, operadores y reguladores deben tratar todo el tráfico de igual manera, sin penalizar o priorizar contenidos, aplicaciones y demás servicios disponibles en Internet. Sin este principio, la disponibilidad de ciertos servicios para el conjunto de usuarios puede verse afectada. 

El debate sobre neutralidad comenzó a encarnizarse hace una década aproximadamente, con el boom del tráfico audiovisual en Internet, por lo que puede tener sentido que haya "explotado" con la consolidación de plataformas como Netflix o HBO, en paralelo a una necesidad constante de adaptación de los operadores a nuevas tecnologías (2G  3G  HSPA  LTE  5G → etc., por la parte de comunicaciones móviles y de IPv4 a IPv6, en conjunto), con los gastos en infraestructura -duplicada en ocasiones- que ello supone.

Debido a esta necesidad de evolución, los más favorables a la desaparición de la neutralidad afirman que la retirada de este paradigma está orientada a lograr la optimización de recursos; al fin y al cabo, el ancho de banda y el espectro radioeléctrico son recursos finitos, y, por ejemplo, el tráfico que exija baja latencia puede requerir un tratamiento diferenciado frente a otro que no la requiere.

El principio de neutralidad se rompió el pasado diciembre de 2017 en los EEUU, tras la decisión al respecto de la FCC (Federal Communication Commision). Teniendo en cuenta que EEUU es el hogar de la mayor parte de grandes empresas del sector, y que genera más del 30% de todo el tráfico de red del mundo, todo lo que ocurra allí sin duda acabará afectando al conjunto de Internet.

Seguramente al corto plazo no veremos grandes cambios; al fin y al cabo, en Europa esta neutralidad está (de momento) garantizada por ley. Claro que la administración Obama había reforzado la misma en los EEUU hace apenas 3 años; con todo, los juristas llaman a la calma, aunque la realidad tecnológica va siempre años-luz por delante de la legislación (ademas de que ésta tiene mucha letra pequeña), y los cambios pueden ser sutiles y paulatinos. La metáfora de la rana en agua caliente, ya saben.

Vale, muy bien, pensará alguno. Pero, ¿eso como puede afectarme a mí, de profesión historiador, o aspirante a serlo?
Campaña lanzada por Reddit para concienciar de las posibles impilcaciones sobre la ruptura de la neutralidad de red (Genbeta)
Ojalá vivas tiempos interesantes

Para empezar, voy a hacer un ejercicio de honestidad: no lo sé, tengo la bola de cristal en el taller. Y desconfíen de quien les diga que lo sabe a ciencia cierta, tanto anunciando un apocalipsis como trivializando el tema. Como mucho podemos especular y plantear escenarios, más o menos probables, ya que lo que se ha abierto es un periodo de incertidumbre.

El primer caso donde considero que las humanidades deben reaccionar es en el propio debate al respecto. Si bien los aspectos más importantes del mismo descansan en facetas tecnológicas y económicas, la visión humanística puede ayudar a aportar luz. Puesto que el acceso a Internet supone un servicio público a ser garantizado (y reconocido legalmente como tal en distintos países), al mismo nivel que el agua corriente o la electricidad, el cambiar las reglas del juego al respecto entra en terrenos con serias implicaciones éticas y sociológicas.

Yendo un paso más allá, Internet, nuestra moderna ágora, debe ser capaz de garantizar derechos fundamentales como la privacidad, el derecho a la intimidad y a la libertad de expresión. Como garantizarlos en un entorno aún poco conocido, puesto que Internet ha cambiado en buena medida las reglas del juego, está en el aire, pero la discusión sobre el ejercicio de estos derechos tiene un trasfondo humanístico, más allá del técnico y el judicial. Cualquier afección a la neutralidad de red es relevante para el debate, aunque pueda no serlo de manera evidente ahora mismo; de hecho, partamos de que para poder saber qué tratamiento dar al tráfico es preciso saber de qué tipo es.

En segundo lugar, creo que afectará a todo el mundo, de una u otra forma, un refuerzo de la ya existente burbuja de filtros, tema del que ya hablé aquí hace algún tiempo. Ahora, con una regulación basada en la no discriminación, ya estamos expuestos a este efecto, conforme al cual la información que se nos ofrece de manera personalizada está sesgada por distintos factores. En el caso de existir parámetros adicionales nacidos de la pérdida de la neutralidad este efecto puede verse reforzado.

Esto, dicho en román paladino, puede significar que si ciertas fuentes de noticias,  publicidad, o información de cualquier tipo es menos accesible, dejaremos de consumirla. Esto realmente tiene también su precedente histórico, en el escenario mencionado previamente sobre los telégrafos estadounidenses del siglo XIX. Western Union tenía el monopolio del telégrafo y formalizó un contrato de tráfico preferente con la agencia Associated Press

Aquel acuerdo “premium” entre Associated Press y Western Union perjudicó a otros servicios y acabó con un resultado: la Associated Press se convirtió, de facto, en un monopolio de noticias. Puede ser interesante comprobar si en los próximos meses comienzan a firmarse acuerdos de este tipo entre generadores de contenidos informativos o culturales y los grandes operadores.
La red es, esencialmente, un modo de intercambiar datos, información e ideas (Humanidades digitales)
En los escenarios más pesimistas podemos evolucionar a un modelo de "jardines vallados", donde pueda existir una tarifa adicional para acceder a ciertos servicios "porque él ya nos ofrece su propio servicio equivalente con la tarifa básica". Algo similar al modelo de la televisión de pago. O, al menos, estos servicios podrían empezar a ir considerablemente más lentos. El principal riesgo podría cernirse sobre páginas de descarga o redes P2P (eMule o Torrent, verbigracia), aunque lo que se comparta y descargue sea totalmente legal. 

En todo caso, sí que parece más probable un escenario que implique la subida de cuotas en los servicios de pago, ya que aunque el operador no los cobre directamente al usuario por el acceso, se los pueda cobrar al generador de contenidos para garantizar un tratamiento prioritario de su tráfico y éste, a su vez, deba repercutirlos al usuario (la vieja historia de la subida de impuestos a las empresas). Un entorno muy probablemente afectado pueden ser los juegos online, donde es clave la latencia.

Esto puede suponer, adicionalmente, una barrera adicional para la creación de nuevas empresas online, incluyendo aquellas que puedan tener una concepción cultural. Bien es cierto que los contenidos de tipo educativo y culturales no sujetos a derechos suelen sufrir pocas trabas más allá de la autocensura o los bloqueos de tipo totalitario o ideológico (frecuentes en otros países), pero la verdad es que el cambio de modelo abre un periodo de redefinición de paradigmas que quien sabe si podría cambiar también éste.

En resumen, se abre un periodo de incertidumbre; la reacción más inmediata ha sido señalar a los gigantes de la industria, cuando aún no se han producido movimientos claros por su parte. De hecho, en distintos lugares de EEUU se están movilizando a distintos niveles para impedir la aplicación de la decisión de la FCC, aunque algunas reacciones han sido más viscerales. Lo que, en el fondo, es algo natural, ya que la incertidumbre lleva al miedo, el miedo lleva al odio, y el odio al lado oscuro... 

Nos esperan, en todo caso, tiempos interesantes.
Comenzado la guerra de la comunicación ha (Reddit)

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