Entre las provincias de Guipúzcoa y Navarra existe, repleta de cuevas kársticas, la sierra de Aralar. Si bien sus entrañas esconden múltiples cuevas, su superficie atesora decenas de dólmenes, especialmente en el lado navarro. En la siguiente foto podemos ver el de Albia (Albiako trikuarria), muy próximo a la carretera que sube hasta el centro espiritual de la zona, San Miguel de Aralar (San Migel Excelsis Santutegia).
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Dolmen de Albia (Navarra) |
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Cadenas de Teodosio de Goñi, en el templo de San Miguel de Aralar. |
Este santuario es la sede de la leyenda de Teodosio de Goñi, San Miguel y el dragón. Para no extenderme al respecto pueden leer la misma aquí. Esta leyenda justifica la presencia de las cadenas en el templo.
Amén del aspecto legendario y el valor arquitectónico del edificio, románico, las principales joyas del templo son el retablo (que sufrió un robo hace unas décadas, y una hipótesis reciente relaciona con Ricardo Corazón de León) y la estatua de San Miguel, que pueden ver más abajo.
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Retablo románico de San Miguel in Excelsis, en la sierra de Aralar (Navarra) |
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San Miguel, en el templo de Aralar |
Ya el insigne Julio Caro Baroja estudió con detalle la leyenda, qué fácilmente podemos entroncar con multitud de mitos similares por medio mundo. La cuestión es que, en este caso, el dragón que se ocultaba en el centro de la sierra parece que encontró un nuevo hogar en la cercana cueva de Mendukilo; esta interesante formación kárstica, además de albergar murciélagos y troglobios, forma caprichosas estalactitas, estalagmitas, coladas, banderolas... e incluso una cabeza de dragón, vigilante, repleta de los brillos que le otorgan las sales decantadas a lo largo de millones de años.
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La cabeza del dragón: estalagmita de forma caprichosa en la cueva de Mendukilo, que entronca
perfectamente con la leyenda local. En todo caso, sus descubridores vieron inicialmente una
bailarina flamenca en la misma... |
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Pottoka, en la sierra de Aralar (Navarra) |
Además, en las cercanías podemos ver también un precioso hayedo, que acoge a los bonitos pottokas, que sin duda nuestros amigos del principado sabrán emparentar rápidamente con los asturcones.
Sin duda, una visita que excita la imaginación; los hombres del neolítico algo debieron ver en la zona para poblarla con sus dólmenes, con lo que, si tienen oportunidad, no duden en pasar por la misma.
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