¿Cómo funcionan las tecnologías usadas en arqueología? - II
Si algo
nos enseñó el siglo XX es a ser cautos con la palabra “imposible”
Charles
Platt
Hola a todos. En la anterior entrada comenzamos a hablar de la
tecnología que rodea a la arqueología, concretamente de los métodos de datación
absoluta, explicando los fenómenos biológicos, físicos y químicos en que se
basan. En la presente entrada hablaremos de los métodos de datación relativa.
Para empezar, citaremos los casos intermedios, es decir, los métodos relativos calibrados. Se basan
en fenómenos naturales que si bien no son tan uniformes como los ya citados,
debidamente puestos en contexto y ayudándose de técnicas de datación absoluta
para calcular los ritmos de cambio, permiten dar fechas absolutas.
Una de ellas es la racemización de aminoácidos, basada en la conversión de aminoácidos
levógiros (L) a dextrógiros (D), o viceversa. En las plantas y animales vivos se forman aminoácidos
(base de las proteínas), principalmente tipo L; cuando estos seres vivos mueren
empieza la racemización y la transformación de L a D hasta alcanzar la
estabilidad, la mezcla
racémica, de modo que se puede datar
un resto orgánico si se conoce la tasa de racemización de la molécula y la
cantidad de formas L y D. Esta técnica de datación puede medir hasta el
paleolítico medio (40.000 años), pero presenta el problema de que es
dependiente de la climatología, ya que las temperaturas elevadas aceleran
considerablemente el proceso.
Por su parte, el paleomagnetismo se basa en el hecho de que, a lo largo de la historia de
la Tierra, el campo magnético ha cambiado de intensidad y dirección; las
partículas de hierro que contiene la arcilla empleada para la fabricación de
cerámica, hornos, etc. conservan la orientación del campo magnético en el
momento de su cocción, con lo que mediante técnicas de decantación y
sedimentación es posible conocer el instante en que se produjo la misma; esta
técnica puede aplicarse hoy día hasta los 5.500 años de antigüedad, aunque es muy dependiente de las
anomalías locales y los datos existentes en cada zona geográfica.
La técnica de hidratación de la obsidiana se basa en que esta roca ígnea, usada
frecuentemente para hacer útiles al igual que el sílex, cuando se rompe,
absorbe agua de su alrededor con la cual forma una capa de hidratación medible
en laboratorio. Por desgracia, la formación de dicha capa depende de varios
factores como la temperatura y la exposición a la luz solar directa, además de
la composición química exacta de la misma. Por ello, es preciso apoyarse en una
secuencia cronológica para la región en cuestión, además de analizar varias
piezas. En todo caso, aunque su utilización está recomendada para los
yacimientos de los últimos 10.000 años ha llegado a proporcionar fechas
aceptables en torno a los 120.000 años
Finalmente, una de las últimas técnicas en aparecer es la basada en la tasa de cationes. Un catión es un ión positivo; la técnica se basa en que la pátina de polvo del desierto que se
fija en piedras, grabados, herramientas de piedra, etc. contiene cationes de
diversos elementos, los cuales presentan distinta solubilidad ante el agua de
lluvia (por ejemplo, el del titanio es poco soluble, mientras el del calcio lo
es mucho). Con lo cual, analizar la cantidad de los distintos cationes
permitirá fechar la muestra. Su principal inconveniente es que, de nuevo, ha de
aplicarse de forma local al estar sujeta a la climatología. De momento no hay
consenso acerca de las fechas que puede abarcar.
Por su parte, las técnicas de
datación relativa, como ya mencionamos, pretenden ordenar las cosas en
secuencias: qué fue antes, y qué fue después. La primera técnica, resulta, pues
bastante obvia: se trata de la estratigrafía. Esta técnica analiza la colocación de
estratos superpuestos, basándose en los principios de que el más antiguo es el
inferior (por tanto, los niveles superiores son más modernos), y los distintos
objetos encontrados en el estrato correspondiente quedaron sepultados a la vez.
Sin embargo, a veces eventos como los corrimientos de tierra pueden dificultar
esta datación. Por otra parte, una vez se encuentran elementos que pueden ser
datados mediante técnicas absolutas, se puede obtener una secuenciación
completa para todo el yacimiento.
Las secuencias tipológicas, por su parte, se basan en algo bastante lógico
también: los objetos creados en una zona y época tienen características comunes
y reconocibles. Además, los cambios en dichas características suelen darse de
forma gradual. Sin embargo, como este ritmo de cambio varía; las armas evolucionan mucho más rápidamente que la decoración de la cerámica, por
ejemplo. Igualmente, cada zona geográfica también sufre los cambios a distinto
ritmo; la zona europea permite una datación muy fiable para los objetos de
bronce, pero a nivel mundial la cosa cambia, por ejemplo. Igualmente, la forma
de los objetos cambia más lentamente que la decoración, sujeta a modas. Este conocimiento nos lleva a las
seriaciones, es decir, la capacidad de construir una serie cronológica con
estos datos. Estas pueden ser contextuales (basada en la duración de los
estilos), o de frecuencia (abundancia de los mismos).
Finalmente,
la climatología, así como la flora y la fauna (fuertemente dependientes de la
misma), constituye un elemento primordial a la hora de realizar estas
dataciones relativas. Existen diversos indicadores basados en la misma, como
las columnas de sedimentos marinos; estas columnas contienen conchas de foraminíferos, y los cambios en la composición química de las conchas de los mismos son
un buen indicador del cambio de la temperatura marina. A día de hoy hay un
registro que se remonta a los 2,3 millones de años. También las columnas de
hielo son útiles para la datación, aunque en un rango mucho más corto: 2.000 –
3.000 años; esta datación se basa en el hecho de que el hielo compactado forma
depósitos anuales, que pueden examinarse para la datación. Es particularmente
útil el hielo polar para conocer oscilaciones climáticas, y está ahora mismo
muy en boga para el estudio del cambio climático. Lamentablemente, para grandes
profundidades o periodos de tiempo más lejanos no es posible examinar los
estratos.
Por
supuesto, como ya hemos citado, la flora y la fauna son claves a la hora de
realizar una datación relativa; en el caso de las plantas, los granos de polen
son casi indestructibles (ya les gustaría a los alérgicos que fuera de otra
manera, me temo), lo cual permite a los palinólogos realizar series muy detalladas de la flora y clima del
pasado. Existen, para algunas zonas, registros que llegan hasta hace 10.000
años. En lo referente a la fauna (dejando aparte los restos de foraminíferos y
similares), podemos emplear sus restos para la datación gracias a la evolución.
Existen diversas especies animales (especialmente roedores) cuyas
características cambian con una rapidez relativa adecuada para nuestros fines.
Lamentablemente este método presenta el problema de que una especie extinta en
una zona puede continuar existiendo en otra, por lo que está relativamente
limitada geográficamente. En el Museo de la Evolución Humana en
Burgos, y en los yacimientos de Atapuerca, estos métodos están muy bien explicados, y junto a las
joyas de la corona (Miguelón, Excalibur y Elvis) pueden verse muchos restos de
animales que han ayudado a acotar en el tiempo las distintas piezas; les
recuerdo que ya hablé algo del tema en esta entrada.
Nada
más por hoy; espero que les haya sido útil y tengan claro en que fenómenos
naturales se basan las técnicas de datación. En la próxima entrada les hablaré
sobre tecnología electrónica aplicada a la arqueología; algunos dispositivos
están revelándose realmente útiles en la investigación del pasado.
Hasta
entonces, cuídense.
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