¿Cómo gestionar la identidad digital? - I

Sólo en las matemáticas existe la identidad entre las cosas que conocemos y las que se conocen en modo absoluto.
Umberto Eco

Hoy quiero hablarles de uno de los temas más en boga e importantes en la sociedad digital, junto a la neutralidad de la red. De este último tema, uno de mis campos de batalla personales, hablaré otro día con brevedad, simplemente para que lo conozcan. Lo que pretendo transmitirles hoy es el concepto de identidad digital, y la importancia de mantener la misma tan impecable como la identidad tradicional. Espero que alguno se sorprenda con lo que digo, y tome conciencia de la importancia de este tema que a menudo pasa desapercibido, ya que se trata de un trabajo comunitario; en cierta manera, en las redes funcionamos conjuntamente como inteligencia de enjambre.

¿Qué entendemos por identidad digital? Es, a grandes rasgos, la información que puede obtenerse sobre nosotros a partir del conjunto de datos que ofrecemos al resto de usuarios de Internet. Hay definiciones más técnicas, pero para nosotros de momento bastará con esta. También es llamada en ocasiones Identidad 2.0; personalmente considero este tipo de expresiones totalmente simplistas y mediáticas, pero la incluyo aquí para que les suene. Recuerden: no es lo mismo datos que información. Los datos se transforman en información cuando, en el contexto adecuado, se convierten en útiles.

¿Y por qué hemos de cuidarla? Ya Roberto dio un esbozo de ello en otra entrada de este humilde blog: porque en nuestra sociedad, conectada a distintas redes de comunicación de forma permanente, esta identidad aporta sobre nosotros muchos datos de forma pública. Hoy día no existen una identidad online y otra offline: son la misma a través de diferentes medios. Las redes sociales, además de otros sitios en la red, no son más que nuestra moderna ágora. En ellas podemos dar rienda suelta a nuestras opiniones y escuchar otras, comerciar, informarnos y hacer amistades, pero todo lo que hagamos y digamos en ellas queda, de una forma u otra, registrado, y puede ser visto posteriormente por los demás. Esto es particularmente cierto en el caso de los nativos digitales; los nacidos a partir de 1990, aproximadamente, no saben cómo es el mundo sin las modernas redes de comunicaciones, y sus habilidades con las mismas pueden parecer hasta sorprendentes… y puede que también, en algunos casos, su falta de conciencia sobre algunos problemas que implican. Pecados de juventud, sin duda, pero en todo caso, como casi todo en esta vida, tomar conciencia del problema y actuar con sentido común nos evitará muchos problemas. Sí, ya sé, a Superman le funcionaba lo de ponerse gafas y un traje, pero es que en aquella época no había Facebook; además, aunque pueda sorprender a los más jóvenes, había unas estructuras llamadas cabinas telefónicas, que usaba para cambiarse.

Para empezar, que no se alarme nadie y empiece a dar de baja todos sus perfiles en las redes sociales. Una identidad digital bien gestionada es un excelente escaparate (sin necesidad de mudarse al Barrio Rojo de Amsterdam), tanto en lo profesional como en lo personal; nuestra imagen pública puede verse, sin duda, muy reforzada si sabemos cómo hacerlo. Esto es porque la primera característica de nuestra identidad digital es la visibilidad: hoy día es obligatorio estar en la red de una u otra forma en lo que se refiere a nuestra identidad profesional. Una empresa mayor que la tienda del 13 de la Rúe del Percebe que no esté en la red hoy se puede decir que no existe. A la hora de buscar trabajo, clientes o proyectos hoy día es básico saber venderse y dar una imagen distintiva. Esto se consigue con nuestros perfiles en redes sociales, con un blog, con la firma de nuestro correo, o incluso con las opiniones que hemos dejado en foros. El anonimato es cada día más difícil en Internet, para bien y para mal. Todo deja rastro, basta con dejar el que nos interesa, y, sobre todo, separar la parte profesional de la personal.

¿Y por qué hemos de hacer esta separación? Porque la segunda característica a tener en cuenta es la privacidad. Hoy día nuestro correo electrónico, teléfono, fotografías, currículum y otros datos son prácticamente públicos. Al darnos de alta en las páginas ofrecemos una información que, si bien está razonablemente bien protegida en España por la LOPD, no deja de estar en manos de terceros, en algunos casos aun después de darnos de baja. Y a pesar de la vigencia de la LOPD, muchas de las páginas son extranjeras, así que llegado el caso no sé qué tal andan de presupuesto para ir a reclamar a una empresa taiwanesa. Por tanto, en lo referente a este punto, la aproximación más adecuada me parece esta: la mejor manera de proteger tu privacidad en la red es asumir que no la tienes y modificar tu comportamiento en línea de acuerdo con ello. 

Estos dos parámetros repercuten en el último a tener en cuenta: la reputación. Tal vez piensen que no les afecta, pero si se paran a pensar, muchas de nuestras decisiones de compra, de reserva de hotel y de restaurante, o de descarga de software aunque sea gratuito, dependen de la opinión de terceros en base a la nota que le otorguen al producto en la página correspondiente. Por tanto, buenas opiniones sobre nosotros en redes sociales profesionales, foros académicos o laborales adecuados, o sobre nuestro blog repercutirán positivamente en la percepción sobre nosotros, lo cual nos facilitará el vender nuestros hermosos jabalíes. Para conseguir esto es imprescindible cuidar escrupulosamente los dos aspectos citados anteriormente.

Llegados a este punto, la pregunta lógica es la que da título a esta entrada: ¿cómo gestionar esta identidad digital? No hay una receta mágica, ya que cada uno tendrá sus propios intereses en la red. En todo caso, hay que tener los tres parámetros indicados más arriba, y considerar varios aspectos adicionales, para los cuales cada uno tendrá que generar su propia receta. Por no hacernos demasiado pesados, ya que el tema da para mucho, continuaremos en posteriores entradas sobre el tema. Mientras tanto, les recomiendo que se vean algún capítulo de la 7ª temporada de la serie How I Met Your Mother, que les ayudará a afianzar conceptos con este tema.

Cuídense.

Juan.

Actualizado 10/11/11: ya está disponible la segunda parte del artículo en este enlace.

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